En los últimos 20 años, los incendios forestales en la Amazonía han afectado 120 millones de hectáreas, de acuerdo con análisis satelitales realizados por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG).
Una de las amenazas para la Amazonía es la deforestación. Entre los años 2000 y 2020 se han perdido 54 millones de hectáreas forestales, una extensión del tamaño de España.
Los incendios forestales en la Amazonia se intensifican cada año. Imágenes de los bosques quemándose en Brasil, Bolivia y otros países amazónicos se hacen más frecuentes cada año. Entre 2001 y 2020, por lo menos, 120 millones de hectáreas de bosques amazónicos fueron afectadas por el fuego. En términos porcentuales, se calcula que el 14% del bioma amazónico ya ha sido dañado por los incendios.
La información de RAISG también indica que cada año, 17 millones de hectáreas de bosques en la Amazonía, en promedio, resultan dañadas por el fuego. En 2020, en plena pandemia del COVID-19, esta cifra subió hasta 27 millones de hectáreas.
Para monitorear, en tiempo real, los incendios forestales y otras presiones que ocurren en el bioma amazónico, la RAISG desarrolló una nueva plataforma, a la que llamaron AMA. Esta plataforma también permite ver cómo está avanzando la deforestación en los nueve países de la Amazonía.
Los analistas de RAISG también utilizaron la plataforma AMA para realizar una proyección del “riesgo futuro”, es decir, de dónde y en qué magnitud podría avanzar la deforestación amazónica para los años 2021 y 2025. Según estos cálculos, se perderán 23 millones de hectáreas más de bosques, una extensión similar al tamaño de Ecuador. Por tanto, desde el año 2000 hasta 2025, la Amazonía perdería al menos 77 millones de hectáreas forestales.
El problema de los incendios forestales no está muy visibilizado para toda la Amazonía. Se habla sobre los incendios en Brasil y en Bolivia, pero, se sabe poco sobre lo que sucede en Colombia o en Venezuela. En Brasil, por ejemplo, son conocidos los incendios forestales en el sur del país, pero en el norte, en los límites con Guyana, Venezuela y Colombia ocurren muchos incendios.
Una revisión de todos los focos de calor registrados en AMA para lo que va del 2023 muestra un total de 359.509 registros, la mayoría en el sur de la Amazonía, pero también en el Cerrado y el Chaco Chiquitano, otros dos biomas que se pueden analizar en la plataforma, a los que se suman parte de Los Andes, El Pantanal y los bosques Tucumanos.
En la Amazonía norte, la época fuerte de los incendios, sobre todo en Colombia y Venezuela, son los primeros meses del año, enero, febrero y marzo. Una situación similar sucede en estos países entre septiembre y noviembre. Son dos épocas de incendios fuertes en estos países que están relacionadas con las condiciones climáticas.
En el límite entre Brasil y Bolivia, en el área protegida Noel Kempff Mercado, en el límite con Brasil, donde no hay comunidades ni poblaciones, se observan zonas con áreas quemadas. Los incendios ocurren en el lado de Brasil y por los vientos llegan hasta el área protegida, no tienen frontera, avanzan y arrasan con los ecosistemas que encuentran a su paso.
También se puede conocer la magnitud de los incendios forestales. Por ejemplo, se ha identificado que durante el 2020, los incendios forestales superaron el promedio de quemas anuales en la Amazonía. Además, su presencia es cada vez más notoria en áreas protegidas. El 60% de los incendios en 2021 sucedieron en áreas que no se habían quemado antes y en territorios indígenas.
Rodrigo Torres, coordinador de la Unidad de Geografía de la Fundación EcoCiencia en Ecuador señala que han comparado los datos de deforestación con los datos de las quemas agrícolas. El análisis realizado encontró que la relación entre quemas y zonas deforestadas se está dando en áreas que están fuera de territorios indígenas y de áreas protegidas, lugares que han sido transformados y que tienen un uso agrícola marcado.
Torres dice que la información histórica sobre las áreas quemadas, desde 2016 hasta 2021, permite observar que hay zonas en donde existe una recurrencia de quemas durante cinco o seis años. Cada año el mismo polígono se vuelve a quemar.
Torres destacó que la plataforma desarrollada por RAISG permite conocer lo que está pasando con los incendios forestales en países como Ecuador y Venezuela, que no cuentan con sistemas de monitoreo locales.
En los análisis realizados por la RAISG, gran parte de Brasil, principalmente el sur, el límite entre Brasil y Bolivia, así como el sur de Bolivia aparecen como zonas con gran riesgo de deforestación. También la zona central de Perú, el norte de Colombia y el sector entre los Andes y la Amazonía de Ecuador se observa con gran presión por la pérdida de bosques.
La zona con mayor riesgo es Brasil lo que tiene que ver con el nivel de infraestructura, los caminos y el acceso al bosque. Otro sector es el que está entre Bolivia y Brasil, que se ha convertido en una zona de mucha concentración de deforestación.
Las imágenes satelitales también muestran que las comunidades nativas y las áreas naturales protegidas son como una barrera para el avance de la deforestación. Sin embargo, en los últimos años, la deforestación está penetrando a estos territorios.
Fanny Kuiru, representante de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica), señala que herramientas de monitoreo satelital, como AMA, permiten que las comunidades indígenas puedan actuar y tomar medidas de manera rápida y oportuna para evitar incendios forestales y deforestación en la Amazonía. Esto permite a las autoridades indígenas ejercer una mejor gobernanza territorial y proteger la Amazonía.
Rodney Camargo, especialista SIG de la Fundación Amigos de la Naturaleza, explica que AMA, en esta primera versión, concentra información de las áreas afectadas por los incendios, las alertas sobre los focos de calor —datos de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA por sus siglas en inglés)—, y cifras sobre deforestación.