La combinación del uso extensivo de tierras para ganadería y la quema de suelos en áreas de pastizales de montaña en la región central de Argentina podría transformar ese territorio en un desierto rocoso.
Es una de las principales conclusiones de un reciente estudio publicado en la revista The Rangeland Journal, cuyos autores relevaron durante cinco años los grados de erosión en sierras de la provincia argentina de Córdoba.
Los relevamientos se realizaron en 200 parcelas con pastizales naturales bajo diferentes grados de pastoreo y quema de suelos. Tal como se realiza en la actualidad, la actividad “no es sostenible”, dice el estudio.
Los científicos demostraron que ante una mayor actividad, crece la superficie de roca desnuda. Mientras que bajo una menor actividad, disminuye la degradación del suelo.
La provincia de Córdoba cuenta con aproximadamente el 10% del inventario bovino nacional. Y las zonas centrales de pastizales de montaña contienen alrededor del 7% del inventario provincial, según la Red de Información Agropecuaria Nacional (RIAN).
“Ante el avance de la agricultura, la ganadería se va desplazando hacia ambientes cada vez más marginales y frágiles, como la zona estudiada”, dice la doctora en biología Ana Cingolani, profesora de biogeografía en la Universidad Nacional de Córdoba, investigadora del CONICET y una de las autoras del artículo.
Cingolani destaca que para mejorar la situación debería eliminarse el ganado en las zonas con mayor erosión activa, para que los suelos puedan “cicatrizar”. Y que en los sectores con menor erosión, se debería reducir la carga de ganado. “Los gobiernos deberían preocuparse por compensar a los productores por las pérdidas económicas”, agrega Cingolani.
El área estudiada es de gran importancia porque allí nacen los ríos que proveen agua a diversas poblaciones. Al degradarse los suelos, el agua no se puede almacenar para la estación seca.
De otra parte, para el ingeniero agrónomo y doctor en biología Axel von Müller, investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), es necesario encontrar pautas de manejo que permitan compatibilizar la producción sostenible con la conservación de los recursos naturales y la integridad del ecosistema.
Donald Bran, otro investigador del INTA y miembro de la Comisión Directiva del Observatorio Nacional de Degradación de Tierras y Desertificación de la Argentina, señala que el trabajo de Cingolani y colegas demuestra la complejidad del uso de las tierras en relación con el problema de la desertificación.
Para Bran, es necesario realizar monitoreos integrales sobre los distintos usos del suelo y sus impactos en las poblaciones que habitan esos territorios. “Hay que hacerlo teniendo en cuenta indicadores ambientales, económicos, sociales y culturales”, concluye.