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Extracción masiva de cobalto destruye el Congo

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La extracción de cobalto en el sur de la República Democrática del Congo (RDC) es una dantesca realidad que allí se vive.

Nueve de las mayores minas de cobalto del mundo están en la RDC, siendo el primer productor mundial.

La RDC es uno de los países más pobres del mundo. Tiene un índice de pobreza del 73% según el Banco Mundial y a la vez posee el 52% de las reservas de cobalto del mundo.

Del total, unas 93.000 a 100.000 toneladas tenían su origen en minas industriales a gran escala, según Benchmark Mineral Intelligence (BMI), quienes aseguran que el volumen de ventas de cobalto aumentará cuatro o cinco veces durante la próxima década. El Banco Mundial estima que la demanda de producción de cobalto aumentará un 585% para 2050.

El cobalto es un mineral esencial para la transición verde. Es una materia prima esencial para las baterías que alimentan teléfonos celulares, computadoras y vehículos impulsados a energía eléctrica. Las ventas de estos autos en las regiones clave de China, Estados Unidos y Europa están en alza. Esa tendencia se refleja en Suiza, donde uno de cada cuatro coches nuevos comprados en 2022 fue 100% eléctrico o un modelo híbrido.

Pero, la industria del cobalto en la RDC es un desastre ecológico, de seguridad y sanitario. Su extracción a menudo se etiqueta como un escándalo geológico debido a la alta intensidad de la extracción; sin embargo, es claramente un escándalo social y ambiental. La deforestación y el empleo a gran escala de productos químicos tóxicos y radiactivos contaminan intensamente la zona en perjuicio de la población local.

La extracción se realiza en gran parte en las minas industriales de la zona sur del país. Sin embargo, la pequeña minería representa entre el 10% y el 20% de la producción, a menudo en condiciones ilegales, y a veces en los propios terrenos de las extracciones a gran escala.

Este metal, materia prima esencial para la producción de baterías, se extrae con el trabajo en condiciones inhumanas, sumergidos en el barro, a veces hasta la cintura, palean y sacan la roca a la superficie con los medios más elementales, exclusivamente a base de fuerza física. Entre ellos también hay niños que acarrean los cubos y clasifican los trozos de roca lavada.

«Los mineros trabajan en condiciones extremadamente peligrosas. Excavan galerías profundas, con grave riesgo de derrumbamientos. Hay muchas muertes», explica Philip Schütte, asesor del Instituto Federal de Geociencias y Recursos Naturales, en Alemania (BGR, por sus siglas en alemán).

Los mineros lo venden a compradores cerca de las minas; estos, a su vez, lo revenden a empresas internacionales. En la RDC se realiza un primer refinado de la materia prima antes de exportarla. Luego se carga en camiones y se transporta al puerto sudafricano de Durban. Desde allí, la mayor parte se lleva en barco a China para acabar de procesarla y venderla a los fabricantes de componentes electrónicos.

Dorothée Baumann-Pauly, directora del Centro de Ginebra para las Empresas y los Derechos Humanos afirma que las compañías deben incluir en su cadena de suministro a los mineros artesanales, especialmente a las mujeres, en lugar de excluirlos.

No obstante, alrededor del 10% del cobalto mundial procede de pequeñas minas de la RDC. «La minería artesanal a pequeña escala (ASM, por sus siglas en inglés) es una realidad comercial”, explica Baumann-Pauly. «La mayoría de las empresas excluyen contractualmente el abastecimiento de cobalto de los yacimientos de ASM, pero esto no significa que no forme parte de su cadena de suministro. Si vas a Kolwezi (la ciudad rica en cobalto en la RDC), ves cuántas intersecciones hay entre la minería industrial y la artesanal».

En 2021, la empresa matriz de Google, Alphabet, Apple, Dell, Microsoft y Tesla lograron eludir una demanda colectiva que reclamaba la responsabilidad de los gigantes tecnológicos por el supuesto uso de mano de obra infantil en la RDC para extraer cobalto. Pero la publicidad negativa ayudó a apoyar la preferencia por abastecerse de cobalto exclusivamente en minas industriales para evitar riesgos para su reputación.

El fabricante de vehículos eléctricos Tesla, por ejemplo, recurrió a Glencore (el mayor productor industrial de cobalto del mundo), para obtener el metal de Katanga, ya que según Tesla no se abastecen de cobalto ASM.

La salvaguarda contractual (contra el cobalto de ASM) es la forma en que las empresas siguen operando con un ojo abierto y otro cerrado, asegura Baumann-Pauly. «Saben que no pueden descartarlo, pero contractualmente se protegen. Es deshonesto».

Las empresas no lo pueden obviar porque, sobre el terreno, la línea entre el cobalto extraído artesanalmente y el extraído industrialmente es, en el mejor de los casos, difusa. En la RDC las explotaciones mineras a gran escala coexisten con explotaciones mineras artesanales o informales a pequeña escala. La mezcla puede producirse in situ. O en las refinerías del país y de China, donde el cobalto de ASM y la minería a gran escala no se separan.

Luc Assosa, director del programa de la ONG Pact en la RDC, asegura que en cualquier momento puede haber un colapso de los túneles de la mina.

La responsabilidad de organizar el sector minero recae en el gobierno del país. «Tenemos que apoyar actividades que conduzcan a la formalización para que sea una situación beneficiosa para toda la cadena de suministro», afirma Assosa. «De lo contrario, las personas son abandonadas para trabajar en condiciones terribles de esclavitud moderna”.

Las historias sobre las duras y peligrosas condiciones de trabajo allí son conocidas y denunciadas por años. Abusivas situaciones soportan los mineros en las minas de cobalto informales o artesanales, en las que se observa el trabajo infantil y mineros enterrados vivos cuando los túneles se derrumban. Todo esto ha provocado una protesta internacional.

En los últimos 15 años, empresas chinas han estado comprando empresas norteamericanas y europeas y ahora controlan la mayoría de las minas de cobalto y cobre en la RDC. Con este cambio, dicen los trabajadores congoleños, ha llegado el abuso, la discriminación y el racismo, que recuerdan a la época colonial.

Dicen que son insultados, en algunos casos golpeados, y afirman que les pagan menos que a los trabajadores chinos que hacen el mismo trabajo. Alegan que estos supervisores ignoran su experiencia y anteponen la producción a la seguridad.

Hombres, mujeres y niños trabajan por salarios irrisorios y en condiciones infrahumanas para extraer el cobalto. Esta materia prima se suma así a la lista de los llamados “minerales de sangre” que se explotan en zonas de conflicto vulnerando los más fundamentales derechos económicos, sociales, humanos y universales.

Los mineros artesanales excavan bajo tierra túneles para poder llegar hasta el mineral. Allí no tienen los más mínimos equipos de protección personal (guantes, botas o mascarillas), actividad que hacen con cinceles, mazos y otras herramientas manuales.

En su mayoría son los hombres quienes trabajan en este tipo de minas; sin embargo, mujeres y niños están expuestos a esta actividad.

La gran mayoría de los niños trabajan porque sus padres no pueden costear su alimentación, ropa ni educación. Regularmente recolectan y transportan piedras con el mineral en las minas pertenecientes a concesiones empresariales. También lo hacen en los lagos cerrados por estas concesiones, lavando y clasificando el mineral. En esta actividad se exponen a diversos riesgos que los perjudican en un corto, mediano o largo plazo. Sin mascarillas para protegerse de la gran cantidad de polvo, los niños están siempre resfriados. Y asisten a sus labores sin haber probado bocado.

Los niños sufren de dolores de espalda, pues recolectan piedras y cargan sacos de entre 20 y 40 kg. Su jornada laboral es de 12 horas diarias, en lugares abiertos, con altas temperaturas o bajo la lluvia, expuesto a altos niveles de cobalto sin ningún equipo de protección personal. Todo por un salario de 1 a 2 dólares al día.

El gobierno de RDC ha sido ampliamente criticado por los organismos de derechos humanos, ONU, expertos de la Organización Internacional del Trabajo y distintas ONG por las fallas en su sistema de fiscalización de minería artesanal, no terminar con una de las peores formas de trabajo infantil y no priorizar el acceso de los más pequeños a la escuela primaria.

De acuerdo con la Guía de Principios sobre Negocios y Derechos Humanos de la ONU, las empresas tienen responsabilidad sobre cualquier actividad que cause o contribuya con la vulneración de los derechos humanos. Además, tienen el deber de evitar y disminuir todos los impactos a los derechos humanos asociados con sus actividades, productos y servicios.

Las imágenes que acompañan este artículo fueron tomadas por el fotógrafo italiano Luca Catalano Gonzaga, quien viajó en 2022 al sur de la RDC para dejar testimonio de la vida y el trabajo en las minas de cobalto. El proyecto gráfico resultado de su viaje lleva el título de Bloody Batteries [Baterías ensangrentadas]. Este reportaje fue publicado originalmente en alemán en la sección Globale Gesellschaft, de Der Spiegel .

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