Evidencias históricas de Jesús de Nazareth han sido buscadas durante siglos porque su existencia física ha generado infinitas obras y discusiones entre los expertos.
El problema es que no dejó rastro material alguno, ni un documento firmado, ni un cuerpo, nada, por lo que se convierte en una misión casi imposible asegurar algo sobre su persona con certeza .
Jesús de Nazareth
Jesús de Nazareth, según los evangelios, era el Mesías, el hijo de Dios, una persona capaz de sanar a los enfermos tocándolos simplemente con su mano, caminar por encima del agua o multiplicar los panes.
También resucitó entre los muertos, que inspiró la tradición para augurar la llegada del fin del mundo y establecer la religión cristiana.
Todas esas historias son de sobra conocidas para cualquier occidental, aunque mucho menos quién se esconde detrás de ese hombre de los milagros, quién es la persona de carne y hueso en la que se basa toda la posterior mitificación que desembocó en Jesucristo. Porque… ¿existió realmente Jesús hace 2.000 años? ¿Qué evidencias históricas y arqueológicas se conocen?
Jesús, o más bien Yeshúa, nació en Galilea entre los años 7 y 1 a.C, según los historiadores, quienes también aseguran que la fecha del 24 al 25 de diciembre, día de Navidad, es un invento de varios siglos más tarde.
Criado en el seno de una humilde familia palestina en la pequeña población de Nazaret, Jesús aprendió el oficio de carpintero y albañil de su padre.
Según los relatos bíblicos, el rey judío Herodes, alertado del nacimiento del niño que podría arrebatarle el trono, ordenó ejecutar a todos los menores de dos años.
La conocida como «Matanza de los Inocentes» solo aparece referenciada en el Nuevo Testamento, en ningún texto histórico más, y por eso los expertos ponen en duda tan siquiera que Herodes tuviese conocimiento de aquel recién nacido.
Desde ese momento hasta que se convierte en profeta no se sabe nada de Jesús, si estuvo casado, si llegó a tener hijos, que era algo sagrado para los judíos.
Muchas preguntas sin respuestas sobre un carpintero que abandonó su trabajo y su hogar para deambular por Galilea anunciando el fin del mundo, la llegada del reino de Yavhé y otras antiguas profecías apocalípticas del judaísmo.
Reclutó a un puñado de seguidores, pero sus prédicas pronto llegaron a los oídos de las autoridades romanas en Judea, donde Poncio Pilato actuó de prefecto entre los años 26 y 37 d.C.
Jesús fue detenido y acusado de cometer un delito contra la autoridad del emperador Tiberio, de sedicioso por creerse el mesías de los judíos.
Jesús fue ejecutado con la crucifixión, práctica que se empleaba con los bandidos o piratas, una de las más crueles del Roma.
Yeshúa fue «un judío estudioso de la ley que fracasó en su empeño de comunicar que el fin del mundo estaba próximo y que fue ejecutado por ser un sedicioso contra la ley romana», asegura Néstor F. Marqués en su libro Fake news en la Antigua Roma (Espasa). Desde el mismo momento de su ejecución, la figura de Jesús comenzó a mitificarse, a abandonar la evidencia histórica.
A los pocos días de ser enterrado, en algún momento del gobierno de Poncio, algunos de sus seguidores aseguraron que su tumba estaba vacía, que había resucitado y ascendido a los cielos.
Un par de décadas más tarde, otro judío llamado Pablo de Tarso, pero de formación helenística, sería en encargado de generar el mito fundacional de Jesucristo.
Pablo de Tarso nunca llegó a conocer en vida a Jesús y aparte de ofrecer algún dato biográfico como que había muerto crucificado, su relato se centra en reivindicar su figura como el mesías.
Fundó diversas comunidades cristianas e impulsó el culto a Jesús fuera de Palestina y más allá de círculos exclusivamente judíos.
Pocos años después se redactarían los cuatro evangelios -aunque no se sabe quiénes fueron los encargados de ello- terminando de consolidar el mito de Jesucristo. Supuestamente escritos en el último tercio del siglo I, son los únicos textos de la época que han sobrevivido.