De acuerdo a estudios solamente un 54 % de la población europea estará en edad de trabajar en el año 2070, de seguir las proyecciones actuales. Al día de hoy, las empresas de muchos Estados miembros están ya advirtiendo de problemas de escasez de mano de obra.
La pandemia de Covid puso de manifiesto que hasta el 13 % de los trabajadores que desempeñan funciones esenciales en la UE eran migrantes. ¿Podrían ellos ser la solución a este desafío? Depende de a quién se le pronuncie la pregunta. “Creo que es un error pensar en la inmigración desde una perspectiva utilitaria.
La inmigración debe estar siempre situada en el marco de los derechos humanos y no en el marco de la seguridad. Debe se entendida como la defensa frente a las agresiones externas o como la supervivencia de un sistema económico, de una población o una especie con capacidad de trabajar.
Dicho esto, la inmigración no es en sí misma un problema y sí puede ser parte de la solución.
Considerarla un problema es renunciar a una parte de las posibilidades que tenemos para gestionarla”, asegura la española María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada independiente de La Izquierda.
Estas relaciones deben ser revisadas para lograr un equilibrio justo. Recientemente, los países del Mercosur rechazaron propuestas comerciales europeas que calificaron de injustas.