Por: Orlando Goncalves
@OrlandoGoncal
A poco más de dos semanas de las elecciones en los EEUU y al contrario de irse definiendo, todo pareciera indicar que la moneda está en el aire y sigue girando
A finales del mes de junio pasado, cuando la contienda era entre el expresidente Donald Trump y el presidente Joe Biden, comenzaba a definirse un escenario más claro, justo después del famoso debate entre los dos contendientes de ese momento.
El expresidente Trump con su clásica retorica agresiva, estigmatizante y aderezada con mentiras y medias verdades, se vio mucho más enérgico y dinámico que su contendiente, quien además en un par de oportunidades, perdió el hilo de lo que intentaba decir.
Fue una noche realmente desastrosa para el presidente Biden, al extremo que comenzaron surgir voces de su partido, pidiendo que se retirara de la contienda, pues no parecía estar en las mejores condiciones.
Se barajaron varias opciones para sustituirlo, en el lado demócrata, y estos se enfrascaron en una discusión que ocupaba todo su espectro, mientras, el expresidente Trump, corría solo en la cancha, en posesión del balón y con la portería vacía.
A finales del mes de julio los demócratas resuelven el dilema, y el presidente Biden cede la candidatura a su actual vicepresidente Kamala Harris. Decisión que fue aire fresco para los demócratas, y los primeros días la nueva candidata logró cifras récord de recaudación de fondos, pero lo más importante es que volteo por completo el escenario en el cual el expresidente Trump, acusaba al presidente Biden de viejo y desvalido, y ahora con Harris en la carrera, ese argumento se le devuelve tal búmeran al expresidente.
Comenzó un nuevo juego, donde los vientos frescos reanimaron a los demócratas y que tuvieron su clímax en el debate entre Trump y Harris, a mediados de septiembre, y en el cual, Harris sin lugar a dudas saco la mayor ventaja.
Todas las encuestas comenzaron a moverse y mientras Trump retrocedía, Harris avanzaba lenta pero constantemente, pero como todo en la vida, y más en política, nada está seguro, y como dice el viejo adagio popular, “seguro mato a confianza”, y hoy día pareciera que Harris retrocede y Trump logra sostenerse.
Hay signos claros de que algo no está bien entre los demócratas. Por ejemplo, en el estado de Ohio, Trump aventaja a Harris, pero en la carrera por el senado, el candidato demócrata Sherrod Brown, aventaja al republicano Bernardo Moreno. Lo mismo sucede en el estado de Wisconsin donde Trump va arriba en las encuestas, pero en la carrera al senado, es el demócrata Tammy Baldwin quien lidera la carrera.
Otro tanto sucede en Pennsylvania, donde Trump aventaja a Harris por 2% pero en la lucha por el senado, el demócrata Bob Casey, adelanta al republicano Dave McCormick.
Otros dos casos particulares son, por un lado, Nevada donde Harris adelanta a Trump por 2%, pero en el senado la demócrata Jacky Rosen, aventaja a su competidor republicano por 16%. Y, por otro lado, Arizona, donde Harris apenas logra superar a Trump por 1%, pero el candidato demócrata al senado Rubén Gallego aventaja por 6% la republicana Kari Lake.
Estos datos pudieran dar a entender dos cosas de la campaña de Kamala Harris. La primera, se sintieron triunfadores antes de tiempo y se descuidaron; y la segunda, más evidente todavía, Harris no hizo la labor necesaria para ganarse el afecto de los dirigentes locales del partido demócrata, y por ello la diferencia en los números entre los candidatos al senado y Harris.
Por otro lado, Trump ha reenfocado su narrativa y habla de problemas simples con soluciones atractivas para los norteamericanos más humildes, y fundamentalmente tocando temas de la economía doméstica. Esto en un escenario donde la inflación ha sido un punto débil de la administración de Biden, pareciera que comienza a hacer estragos en la campaña demócrata.
Nuevamente, todo indica que la elección se va a definir en los estados llamados denominados ‘swing states’ o estados péndulo o bisagra, como Arizona, Michigan, Pennsylvania, Wisconsin, Georgia, Carolina del Norte y Nevada.
Hasta ahora, pareciera que el voto popular lo puede ganar Kamala Harris, pero al ser la elección norteamericana una elección de segundo grado, lo importante es quien gana la mayoría de los 538 delegados al colegio electoral.
Veremos días de campaña que seguramente será dura, agresiva, llena de ataques de demócratas contra republicanos y viceversa, mientras la moneda está en el aire sin saber si caerá cara o cruz.