El planeta podría perder 30.000 islas. Hay un agujero que ya ha empezado a hundirlas y genera terror. La Tierra tiene que afrontar feroces enemigos, como el agujero 24.000 veces peor que el dióxido de carbono, debido a la difícil situación en la que se encuentra la atmósfera. El cambio climático y el calentamiento global ocasionan estragos en diferentes puntos del planeta.
Cuando hablamos de calentamiento global nos referimos solo a la temperatura de la superficie de la Tierra, que se está calentando cada vez más. Por otra parte, en el concepto de cambio climático incluimos el calentamiento y los efectos secundarios que provoca como el derretimiento de los glaciares, tormentas de lluvia severas o sequías más frecuentes.
Es decir, el calentamiento global es el mayor síntoma del cambio climático ocasionado, en gran medida, por las emisiones contaminantes derivadas de la actividad humana.
Varios destinos turísticos paradisíacos están en peligro de extinción a causa del cambio climático, que está rediseñando el mapa y amenazando el ecosistema de varios puntos del planeta.
Este fenómeno no solo tiene que ver con una preocupación ambiental, sino también con consecuencias económicas y culturales para las comunidades que dependen del turismo para su sustento. Maldivas, el Kilimanjaro, las islas del Pacífico, Venecia y otros destinos pueden desaparecer o padecer daños irreversibles a causa de desastres naturales y eventos climáticos fuertes.
Cuando decimos que el agujero ha comenzado a hundir algunas islas nos referimos al agujero de la capa de ozono, que provoca calentamiento global y subida del nivel del mar. Si solo habláramos de Oceanía, su territorio ya contempla entre 20.000 y 30.000 islas. Otro ejemplo de esta amenaza puede verse en las recientes inundaciones que devastaron el estado de Rio Grande do Sul en Brasil.
Este fenómeno extremo es atribuido ampliamente al cambio climático, que ha generado considerables pérdidas de vidas y bienes materiales. Los destinos turísticos alcanzados por esta situación también verán afectada su afluencia de turistas. Es una señal de alerta sobre la vulnerabilidad de las zonas costeras y fluviales. La asociación entre estos desastres y catástrofes climáticas es evidente, según han informado varios expertos.
“Vivimos en un mundo que está viviendo un proceso de transformación muy intenso, ya sea en la expansión urbana o en el uso de los recursos naturales. Esta expansión ha alterado mucho el ambiente en los últimos años”, expuso Jean Ometto, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil.
Según el testimonio de Ometto, estas modificaciones tienen un impacto directo en los ecosistemas y las comunidades humanas, sobre todo en zonas dependientes del equilibrio ambiental para conservar su biodiversidad y actividad turística.
Si no se implementan medidas políticas pronto, el futuro de los próximos años no se presenta para nada prometedor. Según un estudio hecho en 2022 por la Unesco, en colaboración con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), algunos glaciares considerados patrimonio de la humanidad podrían dejar de existir para 2050. Este efecto devastador se extendería a playas, islas y montañas de diferentes continentes.
Ante este escenario, las medidas que pueden tomarse apuntan a realizar acciones que frenen el cambio climático. Es decir, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero todo lo posible. ¿Cómo? Adoptando fuentes de energía renovables como la solar y la eólica, además de fomentar prácticas sostenibles en sectores como el transporte y la agricultura.
En definitiva, el planeta podría perder mucho más que 30.000 islas. El agujero parece dispuesto a arrasar las zonas más paradisíacas del si no hacemos algo para detenerlo.