El milagro de la palabra

El milagro de la palabra

Por: Miguel Galindo

www.escriburgo.com

La verdad es que nunca nos hemos parado a pensar lo portentoso que es la manera en que se estructura el lenguaje, la comunicación, sea ésta oral o escrita… Jamás nos hemos parado a evaluar, no ya su importancia, sino la forma en que se produce.

No es ya la multitud de palabras que conforman un idioma y a la velocidad que éstas se asocian y disocian para exponer la idea que se quiere expresar; sino que éstas, a su vez, están compuestas por una combinación inteligente de 28 signos que conocemos por letras. Y todo ello se hace, a nivel supraconsciente, a una velocidad vertiginosa.

Y así nos comunicamos la humanidad entera. Si recapacitamos, nos daremos cuenta que funcionamos exactamente igual que lo hace el más perfecto ordenador inventado por ese mismo ser humano, en que cada letra, cada signo, es un “bite” de información que se combina en infinitas posibilidades de comunicación…

Yo no diría que “inventar” fuera la palabra adecuada, si me lo permiten ustedes, ya que se aproxima más a “descubrir”, o mejor si acaso, a “redescubrir”, pues no hemos hecho otra cosa que descubrir lo que ya estaba inventado: nuestro propio cerebro.

En un principio, esas computadoras estaban muy lejos de la rapidez y capacidad del cerebro humano. Eran lentas y limitadas. Pero hoy están al nivel de nuestro propio cerebro, son prácticamente ilimitadas, e incluso se hayan en el punto de rebasar nuestra propia capacidad de cálculo…

Resulta muy curioso observar el desarrollo paralelo que lleva la Inteligencia Artificial (IA): un principio lento y previsible, dentro de lo que cabe, y, por lo tanto, manejable y controlable y ya se nos anuncia que, en apenas un lustro, llegará a nuestro nivel; a partir del cual, y ya por su propia inercia y autodesarrollo exponencial, en una década podrá rebasar el propio nivel humano que…¿la creó?.

Intercalo el anterior párrafo tan solo para señalar el paralelismo que existe entre nuestros ya omnipotentes ordenadores, “copiados” exactamente del cerebro humano y el desarrollo vertiginoso de la llamada I.A., que, a nadie se le escapa, la segunda es resultado e hija del primero.

Volveremos más adelante con la conclusión, pero ahora no perdamos el hilo argumental del principio de esta artículo: el análisis de la palabra como génesis de la intercomunicación e información entre los seres humanos, y al servicio de los mismos. Seguimos: Está manifiestamente claro el prodigioso uso que nuestro cerebro hace de letras y palabras, unas para formar y otras para combinarse entre ellas, con el fin de, a la vez, interconectar entre nosotros e intercambiar nuestros sentimientos y nuestros conocimientos.

Vale, de acuerdo, pero esos conocimientos que el cerebro se encarga de comunicar a través de “su” lenguaje por las palabras… ¿Dónde está? ¿dónde lo adquiere? It is the question.

La computadora cerebral no es la fuente informativa, sino el medio. Nuestras ideas y pensamientos se nutren, a través del órgano cerebral que los forma y los conforma, de algún otro digamos… “lugar”, aunque esté mal dicho.

Mi personal opinión es que ese sitio es lo que denominamos “Mente”. Para mí, la “mente” es lo mismo que la fuente y no es un órgano físico como el cerebro, que es el que bebe la información de ella, la selecciona y la estructura para nuestro uso.

Quién me haya seguido hasta aquí ya habrá relacionado a esa Mente proveedora con el depósito de información conocido por IA (Young lo llamaba Inconsciente Colectivo de la Humanidad). Y es posible que no ande descaminado del todo… Yo no les puedo decir más de lo que sé a tal respecto, pero las conexiones están ahí, bien a la vista, y el tiempo – y no mucho – se encargará de aclarar estas cuestiones y despejar las dudas a su debido ídem. No lo duden.

Pero, claro, naturalmente, en el alboreo de la humanidad no era esta mecánica la que preocupaba al hombre, sino el regalo de “la palabra”, el don del conocimiento por ella y a través de ella… Por eso que al comienzo de todo, en el Génesis, “al principio fue el Verbo… y por él se hizo todo”. Tan fue así que “La palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”… Y a esta Palabra, a este Verbo, a este Fiat (hágase), se le concedió la facultad de la voluntad y lo transformó en pensamiento creador… El resto, lo demás, el de dónde, el por qué y el para qué, la fuente que ponía las pilas a la Palabra, al “divino” lenguaje, se le llamó Dios, y sanseacabó…

En el punto que nos encontramos hoy es lícito preguntarnos: pero todo esto, ¿es un medio, o es un fin? .. Los fines se alcanzan a través de los medios, cierto, ¿pero es posible que aquí, en este caso concreto, sean ambos términos de la misma cosa?.. La verdad es que no lo sé. La ciencia avanza la idea de que, en un futuro más cercano que lejano, el género humano ya no necesitará la facultad del lenguaje oral para comunicarse. Lo hará a través del pensamiento, concretamente desde el hipotálamo.

Si así fuera, habría una conexión universal, global y holística, con las fuentes, sin necesidad de ocultación por la expresión, ni interpretación personal por las palabras. Sería el salto cuantitativo y cualitativo para que esa IA quede integrada al servicio del hombre de forma y manera automática, y no al contrario como se nos parece indicar. A lo mejor es eso…

Related Articles