Pareciera que nunca tendrá fin el largo peregrinar de seres humanos, caminando a través de diferentes países, sorteando toda clase de dificultades, con el acecho de la muerte en cada rincón de las selvas y parajes salvajes que tienen que atravesar.
Algunos quedarán en la travesía y serán los mudos ejemplos de tal osadía, otros llegarán a un destino incierto donde no son bien recibidos con un fuerte ingrediente de rechazo que habrá que sortear, para poder alcanzar el anhelado “sueño americano”.
Hace unos días, se reportó sobre el paso de cientos de miles de personas por una selva inhóspita que, debido a un boyante negocio, ahora es un poco más transitable y mucho más transitada.
Esta semana, la mayor empresa de ferrocarriles de carga de México suspendió algunas de sus rutas. Indicó que lo hacía para proteger la vida y la integridad de las personas migrantes que suben a sus vagones sin permiso.
Hace unos meses, el fotógrafo Oscar B. Castillo registró el viaje de un grupo de venezolanos que trataban de llegar a EE. UU. en uno de esos trenes. Se calcula que este mes unas 3.000 personas intentaron llegar a la frontera estadounidense de esta manera.
Mientras tanto, en su intento por detener el flujo migratorio, el gobierno de Joe Biden ha apostado por abrir centros de procesamiento migratorio fuera de su territorio. Hasta ahora, se han abierto oficinas en Colombia y Costa Rica, y se proyecta instalar otras similares en Guatemala e incluso México, según funcionarios estadounidenses.
La intención es que las personas que cumplan los requisitos y busquen refugio, reunificación familiar u otra condición migratoria temporal puedan solicitar su ingreso legal desde estas oficinas, en vez de emprender un viaje caro y peligroso.
Pero hasta el momento, como reportan Genevieve Glatsky y Zolan Kanno-Youngs, la iniciativa ha sufrido contratiempos: “No están ofreciendo lo que podría llamarse una vía alternativa; están ofreciendo un goteo alternativo, tal vez”, les dijo Adam Isacson, director para veeduría de defensa en la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos.
La intención es que las personas que cumplan los requisitos y busquen refugio, reunificación familiar u otra condición migratoria temporal puedan solicitar su ingreso legal desde estas oficinas, en vez de emprender un viaje caro y peligroso.
En Nueva York, el gran flujo de migrantes recién llegados comienza a generar tensiones; allí una ley obliga al gobierno local a otorgar refugio a algunos recién llegados. El alcalde Eric Adams dijo hace poco que la crisis migratoria “va a destruir” la ciudad.
Pero esta visión no prevalece en todas partes. Por ejemplo, en Los Ángeles, donde reside la mayor comunidad de personas indocumentadas en Estados Unidos, los funcionarios no han hecho sonar las alarmas.