El dictador desnudo

El dictador desnudo
Cuando líderes de los países tratan de hacer ajustes en lo macroeconómicos, sin prever alternativas de auxilio a los ciudadanos más desfavorecidos, estos terminan pasándola muy mal.

Por: Orlando Goncalves

 @OrlandoGoncal

El reciente proceso electoral venezolano evidenció una vez más que el país, desde hace tiempo, dejó de ser un Estado democrático, y que esté regentado por una confederación de grupos con intereses oscuros.

La oposición, a lo largo de los años, ha cometido muchos errores estratégicos que la han llevado de fracaso en fracaso, básicamente porque imperaba el ego y este se volvía una batalla sin sentido donde perdía el país.

María Corina Machado también cometió errores (como todo humano) pero su persistencia, su coherencia y tenacidad, ha despertado en los venezolanos emoción y una esperanza.

Los niveles de emocionalidad que se sintieron en esta campaña electoral eran comparables al fervor que despertó Hugo Chávez en 1998. Pero, las movilizaciones que provocaba Machado pese de las hostilidades que el régimen le imponía, quizás, nunca habían sido vistas. Esas emociones basadas en el deseo del cambio que permitirían el retorno de la diáspora, para lograr por fin la reunificación familiar, sin olvidar el componente del odio y rencor hacia el modelo imperante, llevaron a que la oposición lograra un triunfo impresionante al obtener más del doble de la votación que el oficialismo, tal como lo había anunciado la mayoría de las encuestadoras prestigiosas del país.

Siempre plantee que uno de los posibles escenarios era que el régimen decidiera seguir los pasos de Nicaragua, es decir traspasar todas las líneas éticas, morales, legales y por supuesto, democráticas y se auto proclamaran vencedores. Lamentablemente, ese fue el camino escogido.

Y tiene lógica y sentido común, ¿cómo un individuo por el que hay oferta de recompensa de 15 millones de dólares por su cabeza, además de un expediente en la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad, iría a una elección, perdería y entregaría el poder, para quedar absolutamente desprotegido?

No había y de hecho, no hay un incentivo para que el régimen entregue el poder, por ello siempre fui y sigo siendo partidario de un proceso de negociación, puesto que por esa vía se podrían acercar posiciones que permitan retomar la senda democrática al país. La historia evidencia que, en las guerras, los enemigos en determinado momento, se sientan a negociar.

En esos procesos de negociación usualmente surge la regulación especial para la paz y la reconciliación, como centro fundamental. Así lo vivieron Sudáfrica, Irlanda del Norte, y recientemente Colombia. Casos en los que ese instrumento legal les dio incentivos a las partes para generar las condiciones de pacificación de los países.

Más temprano que tarde Venezuela deberá llegar a ese punto, pero, debemos concientizar que el régimen cada día que se debilita tiende a radicalizarse aún más, usando desmedidamente la fuerza bruta para sostener al dictador, esa es la vía que escogieron ahora y en ella se sostendrán.

Como es natural, después del shock inicial, producto del anuncio del Consejo Nacional Electoral declarando a Nicolas Maduro ganador de la elección, estallaron los sentimientos de ira y dolor en la población, saliendo a las calles a protestar por el evidente fraude y el régimen provocó una violencia que ha generado más una decena de muertes, centenares de detenciones y hasta desapariciones.

Mientras la gente protesta, el CNE se apresuró a proclamar a Maduro, sin presentar la más mínima prueba de los resultados de la elección, con lo cual, este se quedó sin los calzoncillos, pero aplaudido por sus huestes, quienes lo ven completamente desnudo, con su traje nuevo de dictador, tal cual el cuento “El rey desnudo” de Hans Christian Andersen en 1837.

Es tan evidente y burdo el fraude que, antiguos aliados del régimen, comienzan a actuar y pronunciarse con moderación y cautela, al igual que muchos países, exigiendo la publicación de las actas electorales, la base de datos y la trazabilidad de todo el proceso electrónico del voto.

Trazabilidad imposible de mostrar por el régimen, pues de hacerlo quedaría demostrado el fraude, máxime cuando la oposición, en una jugada brillante, ha publicado en la WEB más del 80% de las actas dejando al régimen, nuevamente, al desnudo.

Ahora, hay que preguntarse ¿qué va a hacer la oposición?

Aquí quiero mencionar algunas ideas que varios amigos y algunos colegas consultores políticos venezolanos han comentado por distintas vías, pero que, dada la violencia con la que está reaccionando el régimen, prefiero proteger su integridad, pero ellos saben quiénes son y que les doy el crédito por sus aportes.

“Ahora el tema del régimen es acallar la protesta, como siempre lo ha hecho. Otra cosa es la necesidad de la gente de reintegrarse a trabajar. Concientización  que las protestas sin organización ni armamento no funcionan y así se comprueba a cada rato en otros países, por ejemplo, Myanmar.

Cobrar la victoria exige mucho poder de fuego que no lo hay y MCM sigue creyendo que la solución le vendrá por la presión internacional, pero ésta casi nunca funciona. Cobrar la victoria dentro del país equivale a una guerra civil y para eso se requiere organización, disposición y gente preparada, además de dólares para lubricar la maquinaria”. Esto menciona un buen amigo, dueño de una inteligencia notable.

De alguna manera coincido con mi amigo, pero, pienso que los ciudadanos deben evaluar si organizarse y dar la pelea en las calles (con inteligencia, organización, estrategia y táctica) y seguir la consigna “hasta el final”, lo cual sin dudas tendrá un elevado y doloroso costo, pero seguramente será insignificante al lado del costo que han tenido los últimos 20 años. No es una decisión fácil, pero serán los venezolanos quienes deben tomar esa decisión.

Por otra parte, un consultor político venezolano, plantea lo siguiente: “En estas elecciones, es sabido que tenían un objetivo político claro, ganarlas.  Y en caso que el gobierno se las robara, convertir ese abuso en el disparador de un quiebre en el bloque hegemónico. Se cumplió lo segundo, el gobierno se robó las elecciones y ha comenzado una escalada represiva.

Los ciudadanos indignados, sin conducción política ni direccionalidad están saliendo a protestar espontáneamente.

Hay que tomar el control de las protestas y darles conducción política estratégica para impedir que se repitan experiencias anteriores. Y el timing de eso empezó la misma noche del 28-J. Los días están corriendo…”

Este mismo consultor plantea una hoja de ruta y menciona lo siguiente:

“1. La protesta debe ser conducida por el liderazgo político. Lo espontáneo es volátil y peligroso. 2. Debe concentrarse en tiempo y espacio (uno o máximos 2 puntos en cada ciudad) 3. Debe ser durante las próximas 24, o máximo, 48 horas. 4. Pienso que debe dirigirse hacia centros claves. No puede ser una plaza X.”

Otro consultor por su parte adiciona a la ruta anterior lo siguiente:

 “5. ⁠Debe tener objetivos claros y realistas que puedan ser alcanzados. Los modelos que explican los incentivos y costos que influyen la decisión de participar en movilizaciones no electorales señalan que sin eso la gente, eventualmente, deja de protestar por no percibir beneficio tangible.

 6. Debe mantenerse comunicación, por todos los medios disponibles, no solo basta con plantearse objetivos realistas, sino que es importante darles seguimiento para mantener a la gente incentivada.

7. Pareciera que a estas alturas el reclamo de exigir que muestren las actas sólo tendría peso estratégico, si se quiere forzarlos a forjarlas. Ahora, superado el lapso legal para que lo presentado sea legítimo si muestran actas forjadas nos quedamos sin el argumento central y entramos en un terreno de “mis actas contra las tuyas” al que no le veo resolución favorable.”

Aquí hago un aparte. Anteriormente mencioné que parte de la motivación a votar era el odio y la rabia al sistema imperante. Cabe entonces la pregunta, si ese sentimiento negativo ¿es lo suficientemente poderoso para permanecer en la calle? Quizás no lo sea.

El régimen tiene la alternativa de doblegar a la población por vía de la violencia de Estado, estrategia lograda en el pasado, incluso con las fuerzas represivas irregulares. Así las cosas, el liderazgo opositor, quizás, deba entrar a preparar otras estrategias de lucha de insurrección civil que lleven al país a un caos de tal magnitud, que fracture a las fuerzas armadas y obligue a la propuesta de la negociación.

Mientras el régimen tenga ese poder de su lado, poco se podrá avanzar, pero de nueva vuelta, el costo a pagar hoy seguramente será alto, pero es menor a los que ya se ha pagado en los últimos 20 años.

Hay más elementos en esta ecuación. Por ejemplo, otro buen amigo escribió en un artículo de opinión lo siguiente: “Venezuela está atrapada en la «real politik» de los intereses geopolíticos y geoestratégicos que tienen el control sobre sus importantes decisiones nacionales e internacionales. Bajo un modelo político autoritario y populista híbrido de falso republicanismo, tipo siglo XXI, donde las elecciones y el mercado son instrumentalizados y puestos al servicio de los intereses y el dominio del partido-estado. Teniendo el patriotismo y el nacionalismo como bandera, el bolivarismo como escudo y el petróleo como sustento.”

Coincido plenamente con él, con lo cual, si bien es importante el apoyo de la comunidad internacional, no es menos importante entender que Venezuela se volvió una moneda de cambio de los intereses geopolíticos y geoestratégicos de potencias como China, Rusia, Irán, y los EEUU.

Soy un convencido que el régimen hace rato escogió su ruta, se fue por el modelo nicaragüense del dúo Ortega / Murillo, quienes hacen su voluntad y la comunidad internacional guarda silencio.

Los organismos internacionales como la ONU, la OEA entre otros, están además de desactualizados, burocratizados y han demostrado su incapacidad para resolver conflictos, y eso lo saben los dictadores, llámense Putin, Ortega, Maduro, inclusive otros mandatarios a los que ya se les ve la vena del autoritario y que se hacen reelegir violando sus Constituciones.

Ante este complejo escenario y con el dolor que ello produce me permito (con el respeto que merece cada compatriota) hacer las siguientes sugerencias, a sabiendas que algunos la podrán considerar inviable. Todas llevarán tiempo y exigen un alto compromiso, no solo de la población, sino de la articulación de los liderazgos, así como la constancia y perseverancia en las estrategias.

Ya lo dijo Pancho Villa:

«Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno»

En palabras simples, reitero, hay que construir y desarrollar un plan de insurrección civil, con todo lo ello implica. En 2014, los ucranianos lo lograron por esa vía.

Mientras lo anterior evoluciona, hay que desarrollar una caja de resonancia internacional, es decir, tener un mecanismo de comunicación y lobby permanente que permita que las acciones desarrolladas a lo interior del país, sean conocidas en el exterior.

Si la comunidad internacional observa que hay un liderazgo unificado, acciones coordinadas y unidad de acciones, podrán tomar en serio cartas en el asunto y pasar de los comunicados a acciones concretas de apoyo y solidaridad con el pueblo venezolano.

En paralelo y en la medida que el régimen se debilite, una parte del liderazgo opositor, con ayuda y veeduría internacional deberá seguir el proceso de negociación que, seguramente, ya estructurado y en curso. Es cierto que en cada intento de negociación es el régimen quien patea la mesa y tira el tablero, pero, los más interesados es encontrar una solución son los que deben levantar la mesa, recomponer el tablero y volver a abrir el espacio de negociación.

El régimen no tiene más nada que perder, solo su salida del poder, con los riesgos que ello le implica, por eso se aferrarán al poder a toda costa y a cualquier costo.

Esta lucha posiblemente, aún larga, para derrotar la dictadura habrá que darla en varios terrenos, en distintos niveles y usando todos los mecanismos disponibles, comenzando por el democrático, a través del cual se ha podido desnudar definitivamente al dictador.

Es momento de usar la oleada de defensa de los derechos democráticos violentados para continuar con la presión y las acciones estratégicas y tácticas de confrontación e insurrección civil, para fortalecimiento del movimiento democrático opositor y aminorar el tiempo de lucha y el costo a pagar.

Puedo entender que el liderazgo opositor le cueste asumir las consecuencias que implican las acciones sugeridas, no solo por este servidor sino por muchos analistas. Para nadie es fácil decir vamos a la batalla y ver los cuerpos caer, pero el tiempo para recuperar el país y la democracia se agotan.

Ahora estamos ante un liderazgo opositor más sensato, que le ha tocado aprender a la fuerza de los errores del pasado y tiene claro que la única opción es ir hasta el final para recuperar la democracia en Venezuela, lo que quiere decir que el 28 de julio no fue el final, apenas es el principio del final, el cual estará más cerca en la medida que el liderazgo y la ciudadanía se fundan en un solo propósito, una sola causa, sin egocentrismos, despojados de cualquier necesidad de protagonismo y entendiendo que Venezuela somos todos.

Related Articles