El auge del turismo extremo amenaza el planeta. Lo que solía ser un logro histórico ha evolucionado hacia un turismo accesible solo para aquellos con recursos económicos.
Hasta hace unas décadas, explorar los lugares más remotos de la Tierra era una hazaña reservada para intrépidos aventureros dispuestos a arriesgar sus vidas.
El Monte Everest, una vez considerado inalcanzable, ha sido testigo de un cambio dramático en los últimos 70 años.
En 1953, Edmund Hillary y Tenzing Norgay se convirtieron en los primeros en alcanzar su cima a 8,848 metros.
Hoy en día, miles de personas, muchas sin la preparación adecuada, intentan esta hazaña cada año reportó el portal de noticias Yahoo.
En 2019, se registraron 878 cumbres exitosas, revelando la popularización del turismo extremo.
Esta democratización no sería un problema en sí misma si no fuera por el cómo. El auge del montañismo comercial ha llevado a la saturación de inexpertos aventureros.
Estos pagan grandes sumas para alojarse en condiciones lujosas, sin preparar su propia comida ni cargar su equipo.
Esta falta de preparación no solo pone en peligro sus vidas sino también el entorno natural.
Descensos Peligrosos
El submarino Titan, destinado a explorar los restos del Titanic a 3,800 metros bajo el Atlántico Norte, es otro ejemplo de turismo extremo.
Aunque la experiencia costaba $250,000, la desaparición del submarino en 2023, seguida de la implosión de la cápsula a presión, resultó en la trágica muerte de sus ocupantes.
Estos episodios ilustran cómo la búsqueda de emociones extremas puede llevar a consecuencias mortales.
La turistificación de lugares emblemáticos como el Everest, el Kilimanjaro y Los Alpes ha generado problemas locales.
Atascos de tráfico, superpoblación en pueblos cercanos y rutas bloqueadas son solo algunos ejemplos.
La demanda supera con creces la oferta, y los paisajes naturales han dado paso a infraestructuras masivas y alojamientos que no se integran con la naturaleza circundante.
Además, el cambio climático afecta estos lugares ya vulnerables. Olas de calor más prolongadas, menor nevada y tormentas violentas amenazan la flora y fauna.
El auge del turismo extremo amenaza el planeta y la acción humana ha alcanzado estos lugares, poniendo en peligro su equilibrio natural.
El turismo sostenible es una tendencia consolidada en América Latina y destaca la apuesta de países latinoamericanos por ofrecer experiencias turísticas sostenibles.
