Después de la tormenta la relativa calma

Después de la tormenta la relativa calma

Los días anteriores han sido inolvidables, también. (Escribí: “Días inolvidables”, los que precedieron a la elección de MCM en las Primarias) Hemos sufrido, gozado, luchado, pasado el trabajo hereje, conversado y tenemos esperanza. Sobrevivimos a esta caterva de ignorantes.

Padecimos y seguimos en ascuas, la angustia y la incertidumbre en niveles elevados.

La derrota, esperada y anunciada para el régimen, no fue sorpresa sino para ellos. Para algunos, no todos. Los que sabían la verdad de las encuestas, veían que el triunfo de nuestro candidato era seguro.

Los que quisieron ver y oír, vieron y oyeron. Fueron los que no cerraron los ojos ante las sorprendentes, audaces y multitudinarias concentraciones y la superación de los retos y desafíos.

Probablemente, se prepararon emocional, racional y tal vez, no lo sé, espiritualmente. Nosotros, apegados a nuestro Dios, la Virgen y el Espíritu Santo, lo primero que hicimos fue confiar en Dios nuestro señor, en lo justo de nuestros rezos, solicitudes y esperanzas.

“Dios está con nosotros”, se escuchó. No podía ser de otra manera, a Dios no le gusta el embustero, ni el mentiroso. Recordar siempre, el 8avo, Mandamiento: “No levantarás falsos testimonios, ni mentirás”. ¿Quién qué crea en nuestra religión católica, apostólica y romana, en los ortodoxos, en los cristianos evangélicos, metodistas, anglicanos, calvinistas, entre otros, también los judíos y los musulmanes, puede preferir la mentira a la verdad? Por la verdad murió Cristo y las religiones aceptan ese Mandamiento.  Los Mandamientos de la Ley de Dios, fueron entregados en el Monte Sinaí a Moisés. Aceptar la mentira como verdad, es pecado. Además, una terrible falta de ética. No son creyentes. Ningún comunista lo es; no les importa mentir constantemente. Es más, se observa que muchas veces, hasta se creen sus mentiras. Lo peor, pretender que nosotros, verdaderos creyentes, sigamos en pos de una verdad, que seguramente será una post verdad, con lo que ello implica.

  Quiéranlo o no, acéptenlo o no, viene la difícil etapa del reconocimiento, luego la reconstrucción. Solo a un demente, como fue el ideólogo marxista leninista maoísta, Luis Althusser, se le pudo ocurrir la infamia: “Destruir los aparatos, construir los aparatos.”

A partir de la desastrosa “Revolución Cultural China” impuesta por Mao Tse Tung fue el objetivo que obsesionó a los comunistas. Había que destruirlo todo.

Creyeron que una civilización, que tardó siglos en establecerse y consolidarse, se destruía con relativa facilidad, lo cual fue una apreciación correcta hasta un cierto punto de vista.

El pueblo, con los Guardias Rojos, en China, los siguió y destrozó cuanto pudo: monumentos, obras de arte, mucho del patrimonio cultural, costumbres ancestrales.  Sin embargo, esa destrucción, terrible para los pueblos, forma parte de su manera de ser, es decir de su ethos.

En Venezuela, se trata de una devastación, como si hubiera habido una guerra, en la económico, lo educativo, lo científico y lo cultural.

Los comunistas que seguían a Mao quisieron hacer lo mismo en otros países. Pronto se observó el desastre: caso de Pol-Pot en Camboya. Este, además de terribles matanzas, destruyó todo. (¡Prohibió, ¡hasta el uso de los lentes! Se trataba, según él, de intelectuales vanidosos, usaban los anteojos, pues querían sentirse superiores a los demás) También Sendero Luminoso, en Perú, pretendió hacer una especie de guerrilla asesina.

Otros no se han dado cuenta nunca del desastre y siguen creyendo en frases huecas y una vez más, en mentiras. Sin embargo, desde hace más de 3 décadas cuando se acabó formalmente el comunismo y la Unión Soviética desapareció, comunistas e izquierdistas radicales no logran hacer nada que les convenga y resulte una alternativa para los pueblos.

No quieren analizar, reflexionar y estudiar la historia para darse cuenta del rotundo fracaso mundial del comunismo.

No sirvió en ninguna parte del mundo. Siguen las recomendaciones del Foro de Sao Paolo y, algunas de Puebla. Locuras y más locuras. Resulta comprobable – en todas partes- el estrepitoso fracaso de la ideología caduca y falsa del socialismo del siglo XXI, o comunismo. (Fidel Castro dixit) ¿Qué se puede hacer?

De nuestra parte, hay que insistir en la necesidad de la libertad de expresión y de pensamiento; formar parte de los seguidores de la verdad para enfrentar esos disparates; darnos cuenta de las limitaciones de la ideología caduca, pero también de sus peligros.

Todavía hay incautos que caen en sus mentiras. Imprescindible lograr evidenciar sus falsías y mentiras para que los pueblos del mundo nunca más caigan en sus garras.

Allí la trascendencia de las libertades de pensamiento, opinión, expresión, información y prensa. Por eso, el odio manifiesto que ellos tienen contra todo lo que sea prensa libre.

En el periodismo independiente, crítico, autónomo, es donde el humano encuentra la verdad de las cosas que se suceden en el mundo. Lo siento, por los “soñadores utópicos” frente a la realidad del mundo. Les sugiero que observen y se den cuenta: el progreso y avance de la República Popular China ocurrió, al poner en funcionamiento la estructura económica del capitalismo. Cada vez que “vuelven la vista atrás” hay un error sobre otro, y un fracaso cada vez más evidente. Dios ilumine a nuestro presidente electo Dr. Edmundo González U. y a nuestra gran líder María Corina Machado. Felicitaciones. Orgullosa de ser venezolana junto a ustedes.

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