Desigualdad en América Latina preocupa en Bruselas. El tema se lleva a una conferencia internacional y se intenta tener en cuenta en las inversiones verdes.
Para reducir la desigualdad necesitamos una economía justa, dijo Juta Urpilainen, comisaria europea de Relaciones Internacionales, en la conferencia del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en Marruecos,
«Si un país tiene que dedicar el 60% de su renta a pagar deuda, tiene muy poco margen para invertir en educación, salud pública, protección social”, dijo la política finlandesa, en la conferencia «Desigualdades” en el Parlamento Europeo.

Conscientes de esto, desde Bruselas se lanza un indicador para identificar si los proyectos y acciones europeas en América Latina y el Caribe aportan o no a reducir la desigualdad.
Por lo pronto, un 50% de la riqueza mundial se concentra en unos cuantos países del norte. Hay 3.800 millones de personas que viven en pobreza en más de noventa países, sobre todo del sur global.
La desigualdad estructural caracteriza a América Latina y el Caribe; un tercio de su población se encuentra en situación de pobreza y una de cada diez personas, en pobreza extrema.
Para los niveles socioeconómicos más bajos es problemático acceder a vivienda, agua, saneamiento, electricidad, educación.
Desigualdad en América Latina
El momento es importante. Para la transición verde, justa y digital, desde la Comisión Europea se ha lanzado una gran agenda de inversiones por toda América Latina y el Caribe, el Global Gateway.
Entre los casi 140 proyectos de inversión en marcha están los buses eléctricos para Costa Rica, una planta de agua potable para Ecuador, conexión 5G para la transformación digital en Uruguay, el corredor del tren del Pacífico para el Salvador, el Plan Sonora para energía renovable y automóviles eléctricos en México. ¿Aportarán estos proyectos de desarrollo a reducir la desigualdad? ¿Se utiliza para ellos el indicador desarrollado por la Unión Europea?
«Primero que todo hay que resaltar que es un avance que la Comisión Europea ponga el foco en la desigualdad y que quiera medir cómo impactan en ella sus acciones y sus proyectos. Asimismo, está bien que quieran medir el impacto que tienen sus proyectos en el 40% más pobre de las poblaciones”, explicó Carlos Botella Calatayud, coordinador para América Latina de Oxfam Intermón.

«Se está viendo ya un efecto arrastre, porque en los proyectos de cooperación de las agencias de los Estados miembros de la UE se han iniciado procesos similares de reflexión”, añadió.
«En América Latina, donde 91 billonarios tienen más riqueza que el producto interno bruto de Colombia, si no se mira para arriba se pierde la mitad de una foto, en donde la acumulación de poder económico y político podría estar creando mayor desigualdad”.
Una mirada más amplia requiere, también, ese indicador, porque «hay individuos que no están en el 40% más pobre, donde la desigualdad se cruza con ser mujer, indígena, afrodescendiente, rural”, agregó Carlos Botella.
La Comisión Europea tiene la intención de aplicar el indicador a los proyectos financiados con fondos públicos. No obstante, los proyectos con fondos de cooperación -es decir donaciones- son los menos para América Latina y el Caribe.
«Las inversiones en la transición verde y digital se enfocan en el sector privado. Y no está tan claro que el indicador de la desigualdad se aplique para ellos. Ahí hay un primer gran peligro de impacto no deseado sobre la desigualdad, añade Botella.
Hay que tener en cuenta que si bien la Comisión Europea ha comenzado a aplicar el nuevo indicador, éste no es de aplicación obligatoria.
Por otro lado, advierte el especialista de Oxfam Intermón, «hay que recordar que buena parte de los fondos para las inversiones del Global Gateway son créditos. Y los créditos generan deuda”.