Ryan Wesley Routh, el hombre de 58 años detenido el domingo al mediodía en uno de los campos de golf de Donald Trump tras ser descubierto entre la maleza con un rifle ha pasado este lunes a disposición judicial en Florida. De momento, Routh sólo ha sido acusado de delitos relacionados con el arma que portaba. El primero, por posesión siendo un delincuente convicto. El segundo, porque el rifle, del tipo SKS, tenía el número de serie borrado. Ambos son delitos federales y pueden conllevar una pena máxima de hasta 15 años de cárcel si es declarado culpable. Los investigadores confían en añadir nuevos cargos, pero al poner dos muy claros desde el inicio han convencido a la juez para que mantenga en prisión preventiva al sospechoso. Al menos hasta el lunes que viene, cuando se ha convocado la primera vista.
Routh, un trabajador de la construcción de Carolina del Norte, que ha vivido en Hawaii los últimos años, fue arrestado tras una corta persecución y ha estado en la sala esposado de manos y piernas. Se encontraba, según el FBI, agazapado entre los arbustos del campo en el que el ex presidente estaba jugando con uno de sus amigos e importante donante republicano. Según los datos de su teléfono, llevaba 12 horas esperando, toda la noche incluida.
El dispositivo de seguridad coordinado por el servicio secreto tenía una avanzadilla caminando por delante, a unos 400 metros, cuando notaron movimientos sospechosos. Tras identificar la mirilla de un rifle a través de una verja metálica, intervinieron y abrieron fuego. Un hombre blanco se dio a la fuga, pero un testigo tomó nota de la matrícula (que se ha descubierto que pertenecía a un coche robado en 2012) y la descripción del vehículo, lo que permitió una captura casi inmediata en la autopista. El sospechoso no se resistió, no iba armado en ese momento, y cuando le preguntaron si sabía por qué lo detenían respondió que sí.
En las últimas horas se han conocido muchos datos sobre el hombre, pero todavía no hay ninguna teoría en firme por parte de los agentes federales sobre cuál era su intención exacta, ni sus motivos. Aunque el haber descubierto el AK-47 y dos mochilas, además de una cámara Go-Pro, les hace trabajar sobre la hipótesis de que iba a atentar contra Trump.
En su declaración inicial, el hombre ha comparecido con un abogado de oficio al asegurar que no podía costearse uno. A preguntas de la magistrada ha dicho que gana “unos 3.000 dólares a la semana” como contratista, pero sin entrar en detalles. Hace seis años creó una pequeña empresa en las islas encargada de construcción de viviendas de muy bajo coste. Pero al mismo tiempo ha dicho que no tiene ningún dinero ahorrado ni activos, salvo un par de furgonetas en Hawaii, de unos 1.000 dólares cada una. Ni vivienda ni nada de más de 5.000 dólares de valor.
Ha asegurado también tener un hijo, de 25 años, que depende de él. Su hijo mayor, Oran, le dijo a la CNN por mensaje de texto el domingo por la noche que que Routh era “un padre cariñoso y atento, y un hombre honesto y trabajador”. Y que no podía imaginarlo haciendo algo como un atentado. “No sé qué ha pasado en Florida, y espero que las cosas simplemente se hayan sacado de proporción, porque por lo poco que he escuchado, no parece que el hombre que conozco se capaz de algo loco, mucho menos violento”, escribió sobre su padre.
Routh tiene un largo historial criminal por todo tipo de razones, pero aparentemente ninguna con condenas serias. Desde cheques sin fondos y denuncias de vecinos hasta haberse atrincherado una vez en un local con un arma. A diferencia del joven que intentó matar a Trump hace dos meses en un mitin en la localidad de Butler, en Pensilvania, él si parece tener un perfil muy activo en redes sociales, con muchas menciones a política, a Trump y otras figuras.
En Facebook o Twitter, ahora X, dejó mensajes que indican que apoyó y votó a Trump en 2016, pero que después lo calificó de “idiota” o “bufón” y un “tonto”. “Soy Lo suficientemente hombre para decir que juzgué mal y cometí un terrible error”, escribió hace años. En sus mensajes, inconexos, delirantes a menudo, había teorías de la conspiración sobre el Covid y constantes referencias a la política internacional. Ucrania principalmente, pero también “Taiwán, China, Corea del Norte y el fin de la humanidad”, según puso en el título de un libro autopublicado que se puede encontrar en Amazon.
En 2022, el hombre se involucró personalmente en la causa ucraniana, tras la invasión rusa. Hay documentados varios viajes al país, esfuerzos para la captación de voluntarios y contactos con veteranos estadounidenses. Hay incluso entrevistas o declaraciones en medios importantes, como The New York Times o AFP, en los que detalla planes extravagantes para intentar llevar a ciudadanos afganos a luchar por la libertad ucraniana con pasaportes falsos logrados en Pakistán. Hay también mensajes a personas como Elon Musk en esas mismas redes, diciendo que estaría encantado de tener cohetes con los que atacar a Putin. “Tenía delirios de grandeza”, han explicado desde la organización que coordina la legión extranjera de Ucrania, indicando que dejaron de responderle a los mensajes al ver que sus propuestas no tenían ningún sentido o viabilidad.
Trump culpa a Harris y Biden por su “retórica”
El domingo, Trump se comunicó con sus seguidores primero a través de su campaña, y luego en su cuenta de Truth Social para decir que estaba bien, que “no se rendiría nunca” y para agradecer el trabajo del servicio secreto. Pero después, ha cambiado el tono para responsabilizar al Partido Demócrata, al presidente Joe Biden y a su rival en las elecciones, Kamala Harris, de crear el clima que ha llevado a lo que parece un segundo intento de asesinato en apenas dos meses.
El sospechoso “se creyó la retórica de Biden y Harris, y actuó en consecuencia”, ha dicho el millonario este lunes por la mañana en un programa de Fox News. “Su retórica está provocando que me disparen, cuando soy yo quien va a salvar al país, y ellos son los que lo están destruyendo, tanto desde dentro como desde fuera”. Poco antes, el presidente Biden, antes de un viaje, había pedido “más ayuda” para el servicio secreto, el cuerpo encargado de la protección de las personalidades políticas, porque necesita “más personal”.
“La máxima prioridad es tener respuestas para comprender cómo el presidente Trump pudo haber sufrido varios intentos de asesinato”, comentó en la red social X el jefe republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, estrecho aliado del millonario. Hace dos meses, tras el atentado de Pensilvania, los republicanos exigieron y lograron la cabeza de la directora del servicio secreto tras conocerse inmediatamente inexplicables fallos de seguridad.
Este caso es diferente o parece estar siendo abordado de otra manera, tanto por Trump como por su partido y las agencias de seguridad. El ex presidente juega mucho al golf en sus campos de todo el país, y eso es un enorme desafío para los escoltas. Son kilómetros y kilómetros al aire libre, con árboles, maleza e instalaciones o residencias. Algo muy difícil de asegurar completamente. Trump “no es el presidente en ejercicio, si lo fuera, habríamos rodeado completamente el campo de golf [donde se encontraba el domingo], pero como no lo es, el sistema de seguridad se limita a los lugares elegidos por el servicio secreto” que “hizo exactamente lo que tenía que hacer”, comentó el domingo el sheriff del condado de Palm Beach (Florida), Ric Bradshaw.
No está claro cómo Routh supo que Trump jugaría ese día al golf en West Palm Beach, ya que no figuraba en ninguna agenda pública, no se anunció y la decisión se tomó en el último minuto. Según consta en la denuncia presentada ante el tribunal, el sospechoso estuvo cerca o en las inmediaciones del campo doce horas, desde las dos de la mañana hasta las 13.39 del domingo, cuando fue avistado y recibió los disparos que precipitaron la fuga. Así lo indican los registros de su teléfono móvil cuyo número fue localizado gracias a un post en Facebook de julio
