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¿Cuál Dios?

Dios
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Por: Miguel Galindo

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En varias ocasiones, separadas en el tiempo, distintas y distantes, siempre ha habido alguien que me ha preguntado qué es Dios para mí… Difícil contestación, pues no solo hay tantos dioses como creencias e iglesias existen, sino que también casi como tantos seres humanos somos, ya que tendemos a adaptarlo a nuestra imagen y semejanza interior de cada cual. A lo largo de la Historia, cada civilización, cada cultura, cada religión, ha tenido-tiene sus dioses. Dioses que hoy hemos socializado, e incluso gentrificado y centrifugado, en tótems evolucionados: fiestas, liturgias, preceptos, dogmas, procesiones de imaginería, ritos y mitos.

Lo mejor que se me ocurre para acercarme, tan pálida como prudentemente, a lo que es Dios para mí, es tratar de explicar lo que No es Dios. Es más fácil. Imagínense las capas que hay que quitar a una cebolla antes de descubrir la auténtica y genuina cebolla.

Algún avisado me dirá que de la cebolla (como el cerdo) todo es cebolla… Sin embargo, yo les diría, con todos mis respetos, que sí, pero que, para llegar a lo comestible y útil de la cebolla, hay que quitar lo inútil e inservible.

A Dios le hemos añadido tantas capas durante tanto tiempo que lo hemos tapado, y hoy adoramos todas esas añadiduras, pero no al verdadero Dios. Dios No es aquello que creemos, sino aquello que ignoramos; de ahí que lo mejor es saber lo que No es para acercarnos a lo que Sí es.

Dios no es ningún ser… No tiene forma definida, ni sexo, ni raza, ni físico alguno del que hacerle un retrato, una imagen, un anclaje que lo personifique. No tiene ni nombre propio, solo el que le damos y por el que pretendemos conocerlo, por supuesto que sin conocerlo en realidad… Dios no es personificable en modo alguno. Dios resulta incuadrable en ninguna filosofía, creencia, cuadrícula, pauta, molde o dogma alguno. Ni siquiera en ninguna fe concreta. Dios es inconmensurable, esto es, no tiene medidas, por lo que no podemos sujetarlo a ninguna en ningún cuadrante humano… Por eso también Dios es inofendible e inaprensible. Nadie puede erogarse la defensa de Dios, como nadie puede atacarlo, ni mucho menos actuar en Su nombre.

Dios No es una religión, porque no se sujeta ni tampoco impone credos ni creencias, normas y hormas, mucho menos dogmas, ya que está por encima de ellas… Las religiones han promovido y aún promueven matanzas y guerras santas en nombre de tales falsos por manipulados dioses.

Si decimos y creemos que Dios es paz, no puede avalar guerras ni persecuciones, en consecuencia, Dios No es tampoco todos los ritos, mitos, tradiciones y especulaciones que se hacen de Él ni los preceptos encadenados a ellos. Por derivada lógica, Dios No es las imágenes vicarias de vírgenes, cristos y santos que lo reducen a una expresión plástica y tribal. Dios NO son los negocios encastrados en los movimientos de masas, ni en las fiestas sistémicas de convenida idolatría, por muy de romería, de santo camino,  patronales o conmemorables que estas sean. Dios No es nada de eso.

Dios No es una semejanza de hombre, ni de mujer, ni de persona alguna… Dios NO tiene tampoco sentimientos humanos, ni la percepción humana, por lo que difícilmente podemos entrar en Su voluntad, mucho menos interpretarla y tampoco juzgarla; lo de predicarla en Su propio nombre, ya es el colmo.

Al ser humano le es dado sentir la proximidad de Dios, pero no representarlo en exclusiva y arrogárselo como suyo propio. Eso No es, no puede ser, Dios.

Lo más sublimizado que conozco como Dios sería el Amor. Y sin embargo, el concepto que manejamos del amor es tan burdo, soez, ruin, limitado, ridículo y patético, que parece una burla tan solo compararlo… Nuestro amor está hecho de sentimiento egóico, de puro y duro deseo, de “yo (te) quiero”; de amar lo que se desea, porque se obtiene algo conveniente a cambio. Y eso es un muy lejano reflejo manchado del Amor – o lo que sea – de Dios, pues ese no está condicionado a nada por nada ni para nada, ni en la distancia, ni en el tiempo, ni en la Historia…

El Amor, o como se llame, que Dios practica, es la fuerza que cohesiona los mundos, el cosmos, los universos y galaxias… La fuerza motriz, y matriz, que, sin principio ni final por no haber sido creado, hace funcionar las leyes de los eternos engranajes de toda existencia…

Es lo que hace nacer del Uno la incontable diversidad y que toda esa inmensa multiplicidad lo sea dentro de la Unidad. Lo que hace que lo complejo se simplifique en lo completo y que solo la física quántica apenas comienza a desvelar. Ese Amor está muy por encima de cualquier otro amor, como ustedes comprenderán… o no comprenderán.

Si Dios es algo, es invisible, impenetrable e inasequible, al mismo tiempo y a la vez que contiene el potencial de todo al ser la esencia de todo… No me valen los dioses antiguo-testamentarios, pero tampoco los que se han hecho del único neo-testamentario, pues son los mismos dioses camuflados… Jehová necesita veneración, obediencia, acatamiento y servicio; pero Dios no necesita nada por una simple y sola razón: porque Yahvé nos es ajeno mientras Dios nos es propio y de ahí que esa necesidad la convirtamos en exigencia… en nombre del tal dios.

Ninguna exigencia puede ser tampoco Dios. La exigencia es nuestra, humana y la complacencia es suya, divina… Dios NO inventa pecados, ni rumia castigos; ni impone penitencias; ni se hace adorar a través de religión o imagen alguna. Si un dios necesita eso, es que NO es Dios… Por esto me es tan difícil responder a esa pregunta tan aparentemente sencilla que ha motivado este artículo de hoy, aquí. Porque, aun escribiendo sin parar el resto de los días que me quedan de vida, no podría llegar a hacerlo… Es mucho más fácil intentarlo diciendo lo que No

 es, por mucho que creamos que sea…

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