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                                 Aquí en Venezuela nada es normal

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Si, aquí nada es normal, ni cuando en dos oportunidades anteriores he llamado la atención sobre la inhumana situación que vive Venezuela desde hace más de quince años, ni tampoco hoy, 3 años después de mi primera nota, porque en Venezuela, nada es normal.

No es normal, el hambre que padece el pueblo de Venezuela, donde y según la ONG, Transparencia Venezuela, la desnutrición infantil en el país sigue siendo de 65%, lo que tendrá un impacto a largo plazo en las generaciones futuras. que se encuentran mal alimentadas y sin los nutrientes necesarios en plena etapa de desarrollo.

No es normal, que en este total desastre en el cual han convertido a Venezuela, estos escuálidos depravados, la responsabilidad se achaque a las sanciones dirigidas a individualidades con comprobados comportamientos delincuenciales.

No es normal, que hoy a mitad del año 2024, la Organización de las Naciones Unidas y sus organismos especializados consideran que la diáspora venezolana está muy cerca de los 9 millones de desplazados, muchos de ellos deambulando por el mundo en busca de alimentos (un pedazo de pan) o medicinas, tales como una inyección de penicilina, cuando hasta final del pasado siglo, Venezuela era considerada el país con menos nacionales residentes en otras naciones.

No es normal que el salario mínimo en Venezuela sea el de menor valor de los salarios mínimos devengados de todos los países del mundo.

No es normal, que el salario mínimo mensual, después de todos los adornos, sea 5 dólares americanos para la mayoría de los empleados públicos y pensionados.

No es normal, que un detective con la menor jerarquía, su salario sea tres veces superior al devengado por un profesor universitario a dedicación exclusiva.

No es normal, que el común ciudadano le tema más a un Guardia Nacional o un esbirro de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, que a cualquier criminal de barrio.

No es normal que los cuerpos de seguridad del estado sean sinónimos de crimen y corrupción.

No es normal que los ayuntamientos cobren impuestos municipales en dólares americanos.

No es normal, que cuando en el año 2019 a Juan Guaidó, 60 países lo reconocieron como presidente Constitucional de Venezuela, entre ellos las democracias más grandes del mundo, y que, al no poder ese gobierno, legalmente constituido, con base en lo ordenado por el artículo 233 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, ejercer sus funciones, no se constituyese como gobierno de Venezuela en el exilio.

No es normal que en una nación con inmensas reservas probadas de petróleo no se pueda satisfacer la demanda de derivados como carburantes y gas doméstico.

No es normal que, en Venezuela, rica en energía fósil, un número in crescendo de hogares cocinen con leña, cuando hoy el hombre visita la luna casi cotidianamente.

No es normal que después de tener la segunda más eficiente y más importante industria petrolera del mundo, hoy seamos la primera vergüenza mundial de ese sector.

No es normal que, una nación con temperaturas medias anuales de entre 25 y 30 grados centígrados y con gran capacidad de generación energética, el pueblo tenga que soportar racionamientos por más de 6 horas al día, simplemente porque Chávez y Maduro, sus familiares, sus socios y sus cómplices se robaron el dinero destinado para el mejoramiento y el mantenimiento del sistema eléctrico.

No es normal que el Presidente de la República de Venezuela nombre como protector de Venezuela y de los venezolanos al presidente de la República de Cuba.

No es normal que, en un país con ordenamiento jurídico, el Presidente de la República invite al embajador de Cuba a formar parte del Consejo de Ministros.

No es normal que el Presidente de la República se encarame en el techo de una unidad de las fuerzas armadas, para ridículamente exhibirse como bailarín de reggaeton e irrespetando el artículo 328 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

No es normal que nuestro parque automotor tenga como mínimo entre 21 y 25 años de uso.

No es normal que después de tener uno de los mejores sistemas de educación, tanto en primaria como secundaria de toda la América Latina, hoy, según la Unesco, somos los últimos junto a la República de Haití.

No es normal que las escuelas de nuestra amada patria sólo impartan educación dos (2) días a la semana.

No es normal que la deserción escolar esté en el 40% de nuestros educandos.

No es normal que Venezuela tenga un déficit de 60 % de maestros de educación primaria.

No es normal que después de haber invertido grandes recursos en la formación y especialización de nuestros profesionales en los mejores centros universitarios del mundo, hoy, por necesidad hayan tenido que abandonar su país.

No es normal que sean otros países los que se beneficien de la gran profesionalidad y conocimientos de miles de médicos, quienes por necesidad han abandonado Venezuela.

No es normal que nuestros técnicos petroleros estén contribuyendo con el desarrollo energético de muchos otros países, por necesidad, ya que, en un ataque de histeria, el lacayo del pitico, en el año 2002, simplemente los cesanteó.

No es normal que un país que era el espejo latinoamericano como democracia y tierra de asilo, hoy viva bajo una dictadura dirigida por un audaz, ignorante y despreciable ser.

No es normal que nuestros hospitales estén abarrotados de pacientes y no sean atendidos, simplemente porque no hay insumos médicos.

No es normal que una madre tenga que parir en las puertas del hospital porque no tenía el dinero para comprar el alcohol y los guantes del médico.

No es normal que hayan cerrado el pabellón de cirugía y trasplantes del hospital J.M. De Los Ríos de Caracas, el que fue considerado el mejor y más avanzado hospital pediátrico de la América latina.

No es normal que Venezuela le pague a Cuba 6.000 mil dólares mensuales por un médico, profesionales estos de quienes, además, se sospecha de la falta de idoneidad profesional.

No es normal que Venezuela haya entregado muchos, pero muchos millones de barriles de petróleo a Cuba, a cambio de asesoría en tortura y desinformación.

No es normal la muy fundada sospecha que el grupo de Chávez y Maduro, cínicos eunucos y traidores de la patria, hayan dilapidado y robado más de 900 mil millones de dólares.

No es normal que buena parte de esos millones permanezcan detenidos en el sistema bancario internacional y nadie haga algo para iniciar el proceso de recuperación del botín.

No es normal que en el mundo de las finanzas se afirme que el grupo familiar venezolano llamado el “ Maduro Flores Group Inc”, sea el segundo inversionista en el sistema financiero del Estado de Qatar.

No es normal que un país con sus riquezas naturales y sus excelentes recursos humanos, hoy sea el penúltimo país más pobre y peor alimentado del mundo.

No es normal que el producto interno bruto (PIB) de Cuba haya sido de 7.470 € y el de Venezuela sea  de 2886 €. (año 2021).

No es normal que el presidente del organismo electoral, que por ley debe ser un venezolano de reconocida solvencia moral, sea exactamente lo contrario de esa condición y además, para continuar irrespetando la ley, es un connotado dirigente del Partido Socialista Unido de Venezuela.

No es normal que un Coronel del ex glorioso Ejercito de Bolívar, llamado Carlos Quintero ejerza funciones como Rector del Consejo Nacional Electoral y declare pública e impúdicamente, que a él “le basta una llamada de Cilia o de Diosdado para alterar los resultados electorales a nuestra conveniencia”. Realmente inaudito. 

No es normal y además muy grave, que los voceros del gobierno, entre ellos el actual presidente de la República y en pleno proceso electoral, afirmen que no entregarán el gobierno, ni por las buenas ni por las malas, ni con votos ni con balas.

No es normal que la Corte Penal Internacional, después de aceptar más de 8000 denuncias probadas y comprobadas, no haya tomado ninguna decisión con respecto a los sospechosos de haber cometido innumerables crímenes considerados de lesa humanidad.

No es normal que en Venezuela haya más de 300 presos políticos y que la tortura se haya institucionalizado como política de Estado.

No es normal que, a una dirigente política, actualmente la líder natural de la nación, no se le permita embarcarse en los aviones que cubren las rutas nacionales.

No es normal que las autoridades castiguen a una cocinera ambulante por que le vendió una empanada a esa líder y guía política y social de la Venezuela de hoy.

No es normal que aquellos venezolanos quienes contribuyeron de manera importante con sus recursos para que Hugo Chávez Frías venciera las elecciones del año 1998 y que aun después de 26 años, ellos a quienes la democracia les había dado todo y un poco más, aún no hayan pedido perdón al pueblo de Venezuela por haber contribuido con su poder económico y comunicacional a semejante atrocidad.  Creían que lo convertirían en un títere, pero les resultó un malvado y perverso monstruo de tres cabezas.

La sustitución o no de esta banda de delincuentes, podría significar que, en un futuro cercano en Venezuela, habrá paz o guerra.

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