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Ambientalistas de Guatemala con expectativas por nuevo gobierno

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Entre científicos dedicados a la conservación, ambientalistas y defensores ambientales hay grandes expectativas en Guatemala, puesto que, desde 1986, por primera vez un proyecto de gobierno prioriza aspectos ambientales en su agenda.

El siguiente artículo es un resumen de la entrevista que Mongabay Latam le realizó a Raúl Maas, investigador del departamento de Ciencias Ambientales del Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología de la Universidad Rafael Landívar en Guatemala.

En el sector ambiental las expectativas son enormes, porque al contrastar el plan de gobierno del Movimiento Semilla con los otros planes de gobierno, es el que tiene una perspectiva ambiental más ancha. Además, hay personas dentro del Movimiento Semilla con una trayectoria bastante reconocida en el contexto socioambiental. Entonces las expectativas son muy esperanzadoras, aunque no va a ser fácil. Va a ser difícil de superar las estructuras que tienen coaptada la institucionalidad pública, dado el nivel de enquistamiento y el tiempo que ya llevan en estos procesos. Pero hay mucho entusiasmo.

El triunfo del partido político Movimiento Semilla y de su candidato, el sociólogo y escritor Bernardo Arévalo, en las últimas elecciones, agrupó el descontento de los guatemaltecos y ha despertado expectativas en varios sectores del país.

En un país donde más del 90% de las fuentes de agua están contaminadas; situación que no sólo impacta la salud de los ecosistemas, sino que sitúa a Guatemala entre las naciones latinoamericanas con mayores tasas de mortalidad infantil, crear una ley de aguas será uno de los retos más importantes.

Raúl Maasconversó sobre las expectativas para el nuevo gobierno, que deberá asumir el 14 de enero 2024 y también sobre los principales desafíos ambientales del país.

En la propuesta ambiental hay un enfoque integral en la manera de abordar la problemática socioambiental del país. Por ejemplo, el tema del agua que, más allá de lo ambiental, es muy crítico porque Guatemala está entre los países latinoamericanos con las mayores tasas de mortalidad infantil. Los niños mueren por disenterías, amibiasis, diarreas, porque consumen agua contaminada. Uno de los grandes retos es cómo empezar a llevar agua potable a la mayor parte de la población, especialmente a la población rural y periurbana.

Asegurar la dotación de agua en cantidad y calidad para toda la ciudadanía también servirá para atender la desnutrición, que afecta al 50% de los niños del país.

El 99% de las aguas superficiales están contaminadas con bacterias coliformes y del tipo escherichia coli. Una encuesta en 12.000 hogares en el altiplano occidental arrojó que en el 92% de esos hogares el agua disponible para consumo humano está contaminada.

Durante 22 años han estado tomando la radiografía ambiental del país y a lo largo de este tiempo es muy marcado el nivel de degradación, agotamiento y contaminación del ambiente natural en los distintos territorios que conforman Guatemala. El deterioro es integral y está articulado.

La deforestación, por ejemplo, está asociada a los cambios de uso de la tierra. Sustituimos bosques naturales para cultivos, no sólo de granos básicos sino también cultivos agroindustriales. Sustituimos bosques naturales para construir residencias.

Para 1950, el 60% del país tenía cobertura forestal. En 2012 ya se reportaba un 33% de cobertura forestal en el país. El último registro muestra que los bosques naturales cubren el 24% del país.

En el consumo anual de agua, el sector agroindustrial utiliza el 75%. En Guatemala no hay una legislación asociada al uso del agua. El organismo legislativo ha intentado promover la ley de aguas. Desde 1950 más de 20 iniciativas de ley se han presentado al Congreso y ninguna ha pasado.

Tampoco hay una institución pública dedicada específicamente a la gestión de los recursos hídricos. Es un tema que está disperso entre diferentes normas, reglamentos y diferentes instituciones. Eso complica la gobernanza de los recursos.

En una  de las entrevistas que le hicieron a Bernardo Arévalo, él dijo que uno de los objetivos del gobierno iba a ser que Guatemala tenga una ley de aguas.

Sin embargo, no es sólo con la ley que se van a resolver todos los problemas relacionados con la disponibilidad, acceso y salud de los ecosistemas naturales. Hacen falta muchas cosas más en torno a una ley. Ese es uno de los grandes retos.

En los gobiernos previos el tema ambiental no fue prioridad. Quizás el único gobierno que logró dinamizar la temática ambiental en su gestión fue el del presidente Vinicio Cerezo en 1986. En ese momento se impulsaron diversas leyes, como la ley de mejoramiento del medio ambiente, la ley de áreas protegidas, la reserva de biósfera maya.

Cuando se analiza, por ejemplo, las 10 semillas en las que se sustenta el plan de gobierno del Movimiento Semilla, por lo menos en seis de ellas hay una marcada tendencia ambiental.

Uno de los compromisos también, lo decía Arévalo en una entrevista, es el pacto ambiental nacional como uno de sus compromisos que él considera obligado a dejar como legado a la sociedad guatemalteca.

Ese pacto es un contrato social en torno a la conservación, el manejo sensato y la preservación del entorno natural que es clave para asegurar un adecuado desarrollo sociocultural, económico, productivo, político institucional para la sociedad guatemalteca.

La idea es que trascienda obviamente los cuatro años de gobierno y se convierta en una línea estratégica del desarrollo nacional para el mediano y largo plazo. Sobre todo dada la profunda crisis socioambiental en la que se encuentra la sociedad guatemalteca y todas las modificaciones en las condiciones ambientales producto del calentamiento global.

Los análisis muestran que Guatemala es uno de los países más vulnerables a la variabilidad climática y eso acrecienta la vulnerabilidad de la sociedad guatemalteca.

Además, se requiere una disponibilidad de recursos para alcanzar esas metas y ahí es donde está el dilema, porque al 30 de noviembre de este año, el Congreso de la República debe aprobar el Presupuesto General de la Nación para el primer año de gobierno del Movimiento Semilla. Muy probablemente, dada la conformación actual del Congreso, ese presupuesto vaya a tener muchos candados para su utilización. El 14 de enero toma posesión un nuevo grupo de congresistas y el grupo de diputados del Movimiento Semilla está en desventaja numérica. Entonces, también va a ser complicado.

Lo otro podría ser un aporte fuerte por parte de la cooperación internacional para que el plan de gobierno que ha presentado el movimiento pueda darse de buena manera, pero esto obviamente es un supuesto.

Fuente:  Mongabay Latam

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