La onda expansiva del conflicto en Sudán impacta ya en otros países

<strong>La onda expansiva del conflicto en Sudán impacta ya en otros países</strong>

Sudán cumple una semana en guerra. Centenares de personas han perdido la vida en un conflicto que llevaba meses latente y que finalmente estalló el pasado 15 de abril. Ahora, es prácticamente una guerra entre los dos hombres fuertes del país: el jefe del Ejército regular y líder de facto de Sudán, Abdel Fattah al-Burhan, y su número 2, el líder de los temidos paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), Mohamed Hamdan Dagalo, apodado ‘Hemedti’. 

Mientras el conflicto en Sudán entra en su segunda semana, los países vecinos observan con preocupación cómo los enfrentamientos amenazan con expandirse más allá de las fronteras de este país del noreste de África. Hasta el momento, la mayoría de los líderes regionales no han adoptado una postura oficial en el conflicto y sólo instaron a la calma, pero los dos líderes sudaneses parecen hacer caso omiso de estas demandas.

El país está inmerso en una espiral de caos y de violencia. Pero ¿hasta dónde pueden llegar las ondas expansivas de este conflicto? ¿La inestabilidad en Sudán, un país recurrentemente olvidado pero clave en la política regional, puede afectar a sus vecinos y al resto del mundo?

Desde el inicio de las hostilidades, la preocupación de los actores de la región ha sido máxima. La actividad diplomática se ha intensificado en un intento de encontrar una salida a los enfrentamientos: la Unión Africana (UA) y la organización regional Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), que reúne a ocho países de África Oriental, entre ellos Sudán, se han reunido para intentar mediar entre ambos y llevar a un cese el fuego en el país.

Pero, de momento, ni Al Burhan ni Hemedti parecen dispuestos a pedir a sus hombres que bajen las armas. De todos los altos el fuego que se han anunciado desde el comienzo de los enfrentamientos, ninguno ha sido respetado, ni siquiera el anunciado para la celebración del Eid al Fitr, que marca el fin del mes sagrado del Ramadán.

Para el periodista Antoine Galindo, una calma duradera parece ahora difícil.  «La tensión ha subido y ha llegado a tal punto en las últimas semanas que, ahora que se ha cruzado la línea roja y que el conflicto ha estallado, veo difícil una marcha atrás», afirma a France 24 el especialista en Sudán para el periódico de investigación, Africa Intelligence.

Sin embargo, la determinación de los actores de la región por hallar una salida revela su inquietud. Y es que, con una posición estratégica en la intersección del Cuerno de África, el Mar Rojo y la región del Sahel, Sudán se encuentra en medio de múltiples intereses y aspiraciones de actores no solo regionales, sino también internacionales.

Al ser el tercer país más grande de África y compartir fronteras con siete países, las consecuencias de la guerra que vive pueden tener un impacto significativo en la geopolítica de la zona. Además, Sudán es un país rico en petróleo y recursos minerales, algo que media de pleno sus relaciones internacionales.

De hecho, la preocupación parece tanta que la IGAD anunció recientemente el envío de tres presidentes para liderar la mediación en Jartum: Salva Kiir, presidente de Sudán del Sur; William Ruto de Kenia e Ismael Omar Guelleh de Yibuti. Este encuentro de alto nivel, por el momento, no se ha dado ni se conoce más detalles sobre la logística, probablemente compleja, de mandar a tres mandatarios a un país en pleno conflicto.

Tanto Hemedti como al-Burhan, además, han rechazado cualquier intento de injerencia extranjera en su disputa.

Además de la Unión Africana y de la IGAD, han habido otros esfuerzos de mediación entre los dos generales sudaneses. Entre estos intentos, se cuentan el del primer ministro etíope Abiy Ahmed y el ministro saudita de Asuntos Exteriores, Faisal bin Farhan Al Saud, que han contactado a los dos líderes enfrentados.

¿En vano? Según Galindo, los medios de presión sobre los dos hombres son finalmente escasos. «Al-Burhan y Hemedti tomaron conjuntamente el poder de las manos de los civiles en 2021, poniendo fin a la transición que había comenzado en 2019 (…) lo que provocó la suspensión de la ayuda internacional a Sudán y la congelación de la renegociación de su deuda». «La Unión Africana, tras este golpe de Estado en octubre de 2021, suspendió a Sudán. Así que no pueden volver a suspenderlo (…)», lo que deja a las organizaciones regionales con pocas las herramientas de presión, según el especialista.

«Los únicos medios de presión que puede haber son Emiratos [Árabes Unidos] y Egipto, porque este último es cercano a al-Burhan y puede tener más influencia sobre él, mientras que Mohammed bin Zayed, el presidente de la federación emiratí, es bastante cercano a Hemedti», concluye Galindo.   

En efecto, Egipto ha ofrecido sus servicios de mediación entre los bandos en guerra, pero el presidente Al-Sisi no oculta su apoyo a Al-Burhan.

Los Estados del Golfo, encabezados por los Emiratos Árabes Unidos (EAU), también tienen intereses en juego en la actual crisis de Sudán. EAU es aliado de Hemedti, cuyas fuerzas combatieron en Yemen desde 2016, luchando contra los rebeldes hutíes junto a la coalición liderada por los países del Golfo (Arabia Saudí y EAU). En los últimos días, el Ejército sudanés ha difundido un vídeo en el que se muestra munición incautada a los paramilitares de Hemedti, identificada como de producción serbia e inicialmente vendida al Ejército emiratí. 

«Hemos confirmado informaciones según las cuales dos países vecinos prestan apoyo a las RAF, uno de ellos situado en el oeste». Esta declaración de Shams al-Din Kabbashi, miembro del Consejo de Gobierno de Transición de Sudán, organismo presidido por al-Burhan, hecha el 18 de abril al medio Sudan Tribune, aumentó aún más la agitación.

«Dos aviones entregaron municiones y suministros, que fueron transportados a otra zona. Hubo otro intento de aterrizaje de un tercer avión en el aeropuerto de Merowe (350 km al norte de Jartum)», añadió Kabbashi, que no quiso precisar los dos países acusados, aunque los países fronterizos de Sudán por el oeste son República Centroafricana, Chad y Libia. 

Estas acusaciones confirman que la guerra entre los dos generales ya no es solo un problema local, sino que interesa a todos los actores regionales y algunos internacionales.

Pero cada vez son más los países que toman partido en esta crisis. Eritrea, fronterizo con Sudán, ha respaldado al líder de las RAF. En marzo, Hemedti se reunió con el presidente eritreo, Isaias Afewerki. Cuando las tensiones ya estaban latentes en Sudán, Eritrea reiteró, no obstante, «su firme convicción de que el problema de Sudán sólo puede ser resuelto por el propio pueblo sudanés, sin la intervención de actores extranjeros».

Si bien es aliada de Etiopía bajo el liderazgo del primer ministro Abiy Ahmed, Eritrea se encuentra aislada diplomáticamente a nivel global, pero su influencia es decisiva en el este de Sudán y en la región del Mar Rojo.

Sin embargo, de todos los países que comparten frontera con Sudán, Chad es quizás el más atento a la situación. El país, preocupado por la desestabilización regional y, en particular, en la delicada zona de Darfur, ha anunciado el cierre de sus fronteras terrestres con Sudán.

En Yamena, la capital del país, aún se recuerda que Sudán fue el origen de dos incursiones rebeldes, en 2006 y 2008, que sacudieron la presidencia de Idriss Déby, presidente de Chad de 1990 a 2021 y padre del actual jefe de Estado, Mahamat Déby.

Desde entonces, Idriss Déby ha muerto en combate y el antiguo hombre fuerte de Sudán, Omar al-Bashir, ha sido derrocado. Pero sus respectivos sucesores han intentado no reavivar las tensiones del pasado. Déby recibió al general al-Burhan el 29 de enero, antes de conceder una audiencia a Hemedti al día siguiente. 

Related Articles

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *