¡Cómo será de feo el desamor! Hay montones de boleros, rancheras y salsas entre otras manifestaciones musicales del desamor.
Ni hablar de la literatura y la poesía, inspira a tantos que sorprende por la cantidad y la calidad.
En la pintura, la fotografía y el cine, hay también manifestaciones diversas sobre el desamor. En fin, hay múltiples maneras de expresar la sensación terrible que ocurrió lo peor, dejaron de quererte.
En el amor cotidiano, surge la angustia, ¿Será que nunca me quiso? ¿Fue ilusión o fantasía? Con fortuna no fue mi caso, puedo decir a plenitud: conocí el amor completamente, con sus maravillas y momentos difíciles, pero siempre con amor. Mi madre, lo he dicho, fue una abogada serena, imparcial y bastante justa. Ejerció el derecho con altruismo y seriedad. A ella la escuché decir: “A los hombres les cuesta más aceptar el desamor que a las mujeres”.
Ante nuestras preguntas, contestaba: “Es la experiencia que tengo de los clientes. Las mujeres sufren y lloran, pero aceptan: “No me quiere más”.
Los varones, se empecinan: “Imposible, está confundida, no me ha dejado de querer.” Cuando la realidad es que a todos nos puede ocurrir: “Se acabó el amor”. Oímos con frecuencia esa frase y nos deja asombradas, por cuanto resulta bastante poco probable, para quienes amamos con intensidad y pasión que eso ocurra. No es el caso de todos, por supuesto.
Escribo sobre el desamor, por cuanto hay un tipo de desamor que se ha descuidado y no se le dedica tiempo: es el desamor en la política.
Ocurre cuando la gente que era seguida con pasión y devoción un día se encuentra que no lo siguen más, no le creen, los fastidia y han encontrado otra persona a quien le prodigan lo que una vez fuera de ellos. ¡Qué despecho! ¡Qué complejo!¡Pobres seres!
En efecto, saberse querido es maravilloso. Imagino que sentirse amado por una muchedumbre que te sigue y se siente feliz solo con verte y tocarte, debe llevarte a las puertas del cielo: amado por todos, ¡qué cosa extraordinaria! Sin embargo, ¡qué terrible! Un día amanece y esa pasión que despertabas se acabó. Tu carisma no existe. No te quieren ver, ni oír. Si te descuidas te abuchean o, hasta pretenden, agredirte.
No es fácil. Lo sabemos, para quien se ha sentido rodeado del afecto del pueblo, un día comprueba que se acabó el amor, es decir, triunfó el desamor. Como en el amor cotidiano, hay un despecho, que deberá asumirse y consumirse, ¿con licor tal vez?, oyendo boleros y dejándose mimar por las pocas personas que todavía te quieren y consuelan. Lo único que los salva es la aceptación del hecho: voltear la página y pretender seguir con la vida para olvidar lo sucedido lo más pronto. ¿Y, en la política? Creo que hay ejemplos suficientes en el mundo para saber cómo actuar.
Tanto los que perdieron el amor, como aquellas que decidieron dejar el poder “motus” propio en su mejor momento-caso Ángela Merckel- y varios más conocidos y reconocidos.
Pero, ¿qué deben hacer los que han sido repudiados, agredidos y defenestrados por las mismas masas que antes los aupaban?
Esa es la verdadera nuez del problema: aceptar el desamor, es aceptar la derrota, aceptar la derrota, implica bajar la cabeza, ceder el lugar y apartarse para que las cosas sigan su cauce.
No es fácil para los omnipotentes autoritarios que han ejercido el poder durante casi 26 años, sin rendir cuentas y haciendo lo que les daba la real gana, dejar atrás lo que han hecho: mucho daño.
Enfrentar las consecuencias de sus actos. Lo que tanto repetimos a nuestros hijos y nietos: “Toda acción, tiene una reacción; toda conducta tiene una consecuencia.” Les llegó el momento, como tenía que ser. Deberán optar por salir con la poca dignidad que les queda, o esperar que el barrendero de la historia se los lleve como un vendaval sin ningún tipo de miramientos.
Es la encrucijada de la historia. Hay quienes creen que a ellos no les tocará. ¿Creen que se podrán salvar del juicio de la historia? La vida es implacable. No saberlo dará más problemas que asumirlo siempre y para siempre.
El humano, mortal, tiene un tiempo sobre la tierra y se le dan posibilidades para hacer sus cosas, su destino, dirán algunos, desaprovechar lo que tienes para tu propio bienestar, olvidándose de quienes te rodean, es imposible.
Hay una sumatoria de crímenes, en donde están los de “lesa humanidad” que no prescriben. Frente a la realidad: ya no más, se les pasó su tiempo. Ya no pueden revertir los desastres hechos. No los quieren más. (los que alguna vez los quisieron, yo no los quise nunca) ¿Qué les pasa? Están a pocos días de evitar una tragedia. ¿No se dan cuenta? Aquel dicho tan corriente: “del amor al odio, solo hay un paso”, es muy cierto. No creo que están en una buena posición en ninguna parte del planeta. Ni siquiera sus tradicionales “amigos” los acompañan. A ponerse “rísperos” como dicen en oriente. Dios ha sido siempre misericordioso. No deberían tentar el destino, los puede alcanzar. ¡Dios ampare a Venezuela, a nuestra líder MCM y al estupendo próximo presidente Dr. González Urrutia!