Una doctrina que busca erradicar las instituciones básicas de la sociedad tales como la familia y el matrimonio, aprovechándose de la falta de información, busca desnaturalizar la naturaleza misma de las personas con argumentos dialecticos existenciales y materialistas totalmente distorsionados, atentando contra la naturaleza misma de las personas y de la sociedad.
En la actualidad estamos viviendo en una etapa de acelerados cambios, que se manifiesta en todos los ámbitos del acontecer político, social, científico y cultural, de suerte que puede afirmarse que estamos viviendo el inicio de una nueva era civilizatoria, en este proceso mundial de acelerados cambios, uno de los problemas que afectan a nuestra sociedad, es la ideología de género.
Una Ideología que busca erradicar las instituciones sociales básicas de la sociedad tales como la familia y el matrimonio; aprovechándose de la falta de información, busca desnaturalizar la naturaleza misma de las personas con argumentos dialecticos existenciales y materialistas totalmente distorsionados, atentando contra la naturaleza misma de las personas y de la sociedad.
Lo que trae consigo; serias consecuencias que perjudican los diversos ámbitos de la vida social del hombre, pues puede significar un daño irreparable para las instituciones sociales básicas de la sociedad: tales como la familia, el matrimonio, y la naturaleza misma del hombre; confundiendo a las personas con estos argumentos totalmente distorsionados, atentando contra la naturaleza misma del hombre y de la sociedad.
Se ha estado oyendo durante estos últimos años la expresión “género” y muchos se imaginan que es solo otra manera de referirse a la división de la humanidad en dos sexos, pero detrás del uso de esta palabra se esconde toda una ideología que busca precisamente hacer salir el pensamiento de los seres humanos de esta estructura bipolar.
Los proponentes de esta ideología quieren afirmar que las diferencias entre el varón y la mujer, fuera de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija que haga a unos seres humanos varones y a otras mujeres.
Piensan más bien que las diferencias de manera de pensar, obrar y valorarse a sí mismos son el producto de la cultura de un país y de una época determinados, que le asigna a cada grupo de personas una serie de características que se explican por las conveniencias de las estructuras sociales de dicha sociedad.
Quieren rebelarse contra esto y dejar a la libertad de cada cual el tipo de “género” al que quieren pertenecer, todos igualmente válidos. Esto hace que hombres y mujeres heterosexuales, los homosexuales y las lesbianas, y los bisexuales sean simplemente modos de comportamiento sexual producto de la elección de cada persona, libertad que todos los demás deben respetar.
No se necesita mucha reflexión para darse cuenta de lo revolucionaria que es esta posición, y de las consecuencias que tiene la negación de que haya una naturaleza dada a cada uno de los seres humanos por su capital genético. Se diluye la diferencia entre los sexos como algo convencionalmente atribuido por la sociedad, y cada uno puede “inventarse” a sí mismo.
Toda la moral queda librada a la decisión del individuo y desaparece la diferencia entre lo permitido y lo prohibido en esta materia. Las consecuencias religiosas son también obvias.
Es conveniente que el público en general se dé clara cuenta de lo que todo esto significa, pues los proponentes de esta ideología usan sistemáticamente un lenguaje equívoco para poder infiltrarse más fácilmente en el ambiente, mientras habitúan a las personas a pensar como ellos. Esta investigación puede ayudar mucho a precisar conceptos y llamar a una toma de posición con respecto a la mencionada ideología.
Peligros y Alcances
La principal distorsión de la sexualidad que se da en la actualidad es de tipo ideológico y tiene que ver con una de las ramas del llamado marxismo cultural que es la ideología de género, la cual disoció las categorías de sexo y género hasta convertirlas en irrelevantes para la determinación de la identidad sexual, susceptible de ser deconstruida y reconstruida sin fin.
El marxismo cultural es una evolución del comunismo o marxismo económico del siglo XX el cual fracasó en los países donde se instauró, causando solo muerte y miseria, y dejando sólo ruinas a su paso; con la caída de la URSS, no desapareció este comunismo, sino que se trasformó para sobrevivir en un neomarxismo cultural, cuya creación más letal y perversa es la llamada ideología de género.
Esta ideología propone la búsqueda de la “liberación total” del hombre en todos los órdenes, tras la deconstrucción del lenguaje, de las relaciones familiares, de la reproducción, de la sexualidad, de la educación, de la religión, de la cultura, de la religión, de Cristo, etc.
Cuando el hombre se libere de todo eso —dicen— será libre. Para la ideología de género ese paso necesario es impedir que la mujer se dedique a su hogar y al cuidado de sus hijos, porque eso la hace “desigual”.
Las ideólogas del feminismo de género machacan en sus discursos que “No debería autorizarse a ninguna mujer a quedarse en casa para cuidar de sus hijos”.
“El género es una construcción cultural; por consiguiente, no es ni resultado causal del sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo. Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia, hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino”.
Estas palabras que podrían parecer tomadas de un cuento de ciencia ficción que vaticina una seria pérdida de sentido común en el ser humano, no son otra cosa que un extracto del libro “Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity” (El Problema del Género: el Feminismo y la Subversión de la Identidad) de la feminista radical Judith Butler, que viene siendo utilizado desde hace varios años como libro de texto en diversos programas de estudios femeninos de prestigiosas universidades norteamericanas, en donde la perspectiva de género viene siendo ampliamente promovida.
Mientras muchos podrían seguir considerando el término género como simplemente una forma cortés de decir sexo para evitar el sentido secundario que sexo tiene en inglés, y que por tanto género se refiere a seres humanos masculinos y femeninos, existen otros que desde hace ya varios años han decidido difundir toda una “nueva perspectiva” del término. Esta perspectiva, para sorpresa de muchos, se refiere al término género como “roles socialmente construidos”.
La IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en setiembre de 1.995 en Pekín, fue el escenario elegido por los promotores de la nueva perspectiva para lanzar una fuerte campaña de persuasión y difusión. Es por ello que desde dicha cumbre la “perspectiva de género” ha venido filtrándose en diferentes ámbitos no sólo de los países industrializados, sino además de los países en vías de desarrollo.
Definición del término género
Precisamente en la cumbre de Pekín, muchos de los delegados participantes que ignoraban esta “nueva perspectiva” del término en cuestión, solicitaron a sus principales propulsores una definición clara que pudiera iluminar el debate. Así, la directiva de la conferencia de la ONU emitió la siguiente definición:
“El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo”.
Esta definición creó confusión entre los delegados a la cumbre, principalmente entre los provenientes de países católicos y de la Santa Sede, quienes solicitaron una mayor explicación del término ya que se presentía que éste podría encubrir una agenda inaceptable que incluyera la tolerancia de orientaciones e identidades homosexuales, entre otras cosas.
Fue entonces que Bella Abzug, exdiputada del Congreso de los Estados Unidos intervino para completar la novedosa interpretación del término “género”:
“El sentido del término género ha evolucionado, diferenciándose de la palabra sexo para expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambio”.
Quedaba claro pues que los partidarios de la perspectiva de género proponían algo mucho más temerario como por ejemplo que “no existe un hombre natural o una mujer natural, que no hay conjunción de características o de una conducta exclusiva de un sólo sexo, ni siquiera en la vida psíquica”.
Así, “la inexistencia de una esencia femenina o masculina nos permite rechazar la supuesta superioridad de uno u otro sexo, y cuestionar en lo posible si existe una forma natural de sexualidad humana”.
Ante tal situación, muchos delegados cuestionaron el término, así como su inclusión en el documento. Sin embargo, la exdiputada Abzug abogó férreamente en su favor:
“El concepto de género está enclavado en el discurso social, político y legal contemporáneo. Ha sido integrado a la planificación conceptual, al lenguaje, los documentos y programas de los sistemas de las Naciones Unidas, los intentos actuales de varios Estados Miembros de borrar el término género en la Plataforma de Acción y reemplazarlo por sexo es una tentativa insultante y degradante de revocar los logros de las mujeres, de intimidarnos y de bloquear el progreso futuro”.
El apasionamiento de Bella Abzug por incluir el término en Pekín llamó la atención de muchos delegados. Sin embargo, el asombro y desconcierto fue mayor luego que uno de los participantes difundiera algunos textos empleados por las feministas de género, profesoras de reconocidos Colleges y Universidades de los Estados Unidos.
De acuerdo a la lista de lecturas obtenida por el delegado, las “feministas de género” defienden y difunden las siguientes definiciones:
– Hegemonía o hegemónico: Ideas o conceptos aceptados universalmente como naturales, pero que en realidad son construcciones sociales.
– Desconstrucción: La tarea de denunciar las ideas y el lenguaje hegemónico (es decir aceptados universalmente como naturales), con el fin de persuadir a la gente para creer que sus percepciones de la realidad son construcciones sociales.
– Patriarcado, Patriarcal: Institucionalización del control masculino sobre la mujer, los hijos y la sociedad, que perpetúa la posición subordinada de la mujer.
– Perversidad polimorfa: sexualmente polimorfo: Los hombres y las mujeres no sienten atracción por personas del sexo opuesto por naturaleza, sino más bien por un condicionamiento de la sociedad. Así, el deseo sexual puede dirigirse a cualquiera.
– Heterosexualidad obligatoria: Se fuerza a las personas a pensar que el mundo está dividido en dos sexos que se atraen sexualmente uno al otro.
– Preferencia u orientación sexual: Existen diversas formas de sexualidad -incluyendo homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y trasvestis- como equivalentes a la heterosexualidad.
– Homofobia: Temor a relaciones con personas del mismo sexo; personas prejuiciadas en contra de los homosexuales. (El término se basa en la noción de que el prejuicio contra los homosexuales tiene sus raíces en el ensalzamiento de las tendencias homosexuales).
Estas definiciones fueron tomadas del material obligatorio del curso “Re-imagen del Género” dictado en un prestigioso College norteamericano. Asimismo, las siguientes afirmaciones corresponden a la bibliografía obligatoria del mismo:
“La teoría feminista ya no puede darse el lujo simplemente de vocear una tolerancia del lesbianismo como estilo alterno de vida o hacer alusión de muestra a las lesbianas. Se ha retrasado demasiado una crítica feminista de la orientación heterosexual obligatoria de la mujer”.
“Una estrategia apropiada y viable del derecho al aborto es la de informar a toda mujer que la penetración heterosexual es una violación, sea cual fuere su experiencia subjetiva contraria”.
Las afirmaciones citadas podrían parecer suficientemente reveladoras sobre la peligrosa agenda de los promotores de esta “perspectiva”. Sin embargo, existen aún otros postulados que las “feministas de género” propagan cada vez con mayor fuerza:
“Cada niño se asigna a una u otra categoría en base a la forma y tamaño de sus órganos genitales. Una vez hecha esta asignación nos convertimos en lo que la cultura piensa que cada uno es -femenina o masculino-.
Aunque muchos crean que el hombre y la mujer son expresión natural de un plano genético, el género es producto de la cultura y el pensamiento humano, una construcción social que crea la verdadera naturaleza de todo individuo”.
Es así que para las “feministas de género”, éste “implica clase, y la clase presupone desigualdad. Luchar más bien por desconstruir el género llevará mucho más rápidamente a la meta”.
El feminismo de género
Pero en qué consiste el “feminismo de género” y cuál es la diferencia con el comúnmente conocido feminismo. Para comprender más a profundidad el debate en torno al “término género”, vale la pena responder a esta pregunta.
¿El término “feministas de género” fue acuñado en primer lugar por Christina Hoff Sommers en su libro “Who Stole Feminism?” (¿Quién se robó el Feminismo?), con el fin de distinguir el feminismo de ideología radical surgido hacia finales de la década de los 60s, del anterior movimiento feminista de equidad.
Según Hoff Sommers: “El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos. Una feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de discriminación. Por el contrario, el feminismo del género es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo”.
Agrega que “la feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer; la feminista del género a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de patriarcado por dondequiera y piensan que la situación se pondrá peor. Pero esto carece de base en la realidad norteamericana”.
Al parecer, este «feminismo de género» tuvo una fuerte presencia en la Cumbre de Pekín. Así lo afirma Dale O’Leary, autora de numerosos ensayos sobre la mujer y participante en la Conferencia de Pekín, quien asegura que, durante todas las jornadas de trabajo, aquellas mujeres que se identificaron como feministas abogaron persistentemente por incluir la “perspectiva del género” en el texto, por la definición de “género” como roles socialmente construidos y por el uso de “género” en sustitución de mujer o de masculino y femenino.
De hecho, todas las personas familiarizadas con los objetivos del “feminismo de género”, reconocieron inmediatamente la conexión entre la mencionada ideología y el borrador del “Programa de Acción” del 27 de febrero que incluía propuestas aparentemente inocentes y términos particularmente ambiguos.
Neo Marxismo
En palabras de Dale O’Leary, la teoría del “feminismo de género” se basa en una interpretación neo-marxista de la historia. Comienza con la afirmación de Marx, de que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, en una batalla que se resolverá solo cuando los oprimidos se percaten de su situación, se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos.
La sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos.