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36 periodistas murieron bajo el fuego de Israel

Hasta el 4 de noviembre, los números del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) contabilizan que, como consecuencia de los ataques de Israel han muerto 36 periodistas: 31 palestinos, cuatro israelíes y un libanés.
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Hasta el 4 de noviembre, los números del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) contabilizan que, como consecuencia de los ataques de Israel han muerto 36 periodistas: 31 palestinos, cuatro israelíes y un libanés.

Los periodistas locales en la sitiada Franja de Gaza están bajo constante amenaza por los bombardeos israelíes: “son nuestros ojos y nuestros oídos allí y por eso son el objetivo principal”, denuncian colegas, que no han podido entrar al enclave para informar in situ, a causa del bloqueo de Israel.

“No podemos soportarlo más, estamos exhaustos. Somos víctimas, somos mártires. Es solo cuestión de tiempo. Vamos a ser asesinados uno por uno y nadie nos está mirando”, dice conmocionado Salman al Basheer, corresponsal de la televisión palestina, frente a las puertas del hospital Nasser, en Khan Younis.

Al Bassher está retrasmitiendo en directo el asesinato de su compañero, Mohammed Abu Hatab, quién pocas horas antes estaba parado frente a la cámara en ese mismo lugar.

Mohammed salió el jueves y cuando volvió a su casa, un misil del Ejército israelí impactó en su vivienda, acabando con su vida y la de 11 miembros de su familia.

Periodistas fallecidos

Sus nombres son: Mohammed Abu Hatab, Majd Fadl Arandas, Iyad Matar, Imad Al-Wahidi, Majed Kashko, Nazmi Al-Nadim, Yasser Abu Namous, Dua Sharaf, Saed Al-Halabi, Ahmed Abu Mhadi, Salma Mkheimer, Mohamed Imad Labad, Roshdi Sarraj, Idan Roe, Mohammed Ali, Khalil Abu Aathra, Sameeh Al-Nady, Mohammad Balousha, Issam Bhar, Abdul Hadi Habib, Yousef Maher Dawas, Salam Mema, Husam Mubarak, Issam Abdallah, Ahmed Shehab, Mohamed Fayez Abu Matar, Saeed al-Taweel, Mohammed Sobh, Hisham Alnwajha, Assaad Shamlakh, Shai Regev, Ayelet Arnín, Yaniv Zohar, Mohammad Al-Salhi, Mohammad Jarghoun, Ibrahim Mohammad Lafi.

Muchos murieron durante el ejercicio de su labor informativa. Otros junto a sus familias, después de apagar la cámara, cerrar la libreta de notas, quitarse el chaleco balístico y regresar a sus hogares o refugios. Toda actividad es peligrosa en Gaza, desde informar hasta descansar sobre el sofá.

“Estamos a un ritmo de más de un periodista asesinado al día”, denuncia Edith Rodríguez Cabrera, vicepresidenta de Reporteros Sin Fronteras (RSF) de España, en conversación telefónica con France 24. Los inicios de las guerras suelen ser muy sangrientos, dice, pero “esto está rompiendo todos los paradigmas”.

Los periodistas palestinos –se estima que hay más de un millar de reporteros locales y periodistas ciudadanos– enfrentan a diario las mismas condiciones que cualquier otro civil en Gaza: “al final son civiles. Están teniendo dificultades para comer, beber o para cubrir sus necesidades”, insiste Rodríguez sobre estos “héroes” que, a su parecer, deberían ser simplemente periodistas “sin arriesgar la vida en el ejercicio de su profesión”.

Son periodistas, pero también civiles

A la falta de energía para cargar sus equipos y el corte de la conexión a Internet, la escasez de agua y alimento para mantenerse en pie, el asedio total del enclave y el temor a que una bomba caiga sobre sus vehículos, hogares o las puertas de los hospitales donde trasnochan para contabilizar y ser testigos de las masacres diarias por parte del Ejército israelí, se suma la culpa por la “obligación moral” de querer seguir informando “de forma exhaustiva y detallada, teniendo que llevar esa carga personal, mental y emocional que es el saber que sus familias están en riesgo”, señala Nuria Tesón, corresponsal de France 24 en Egipto.

Wael Al-Dahdouh, corresponsal de la cadena catarí Al Jazeera, retrasmitía en directo un bombardeo israelí cuando se enteró de la muerte de su esposa, su hijo adolescente, su hija y nieto. Al-Dahdouh apareció frente a las cámaras cargando el cuerpo sin vida del menor en la morgue del Hospital Al-Aqsa. “Es un momento difícil en la vida de un periodista palestino, cuando va a cubrir un incidente para las noticias y descubre que la noticia es su propia familia”, expresó en declaraciones a su medio. Apenas 24 horas después, estaba nuevamente retrasmitiendo en directo una nueva jornada de ataques indiscriminados de Israel.

Según Ethel Bonet, corresponsal de France 24 en Líbano, la voz palestina se está acallando con amenazas de muerte a periodistas, matando a miembros de sus familias. “Hablando con algunos compañeros que están allí y tienen miedo porque realmente se están jugando la vida ya no solo bajo las bombas, sino por contar la verdad”, dice en referencia a la persecución contra las familias de los reporteros.

El artículo 79 de la Convención de Ginebra establece que: “los periodistas en zonas de guerra deben ser tratados como civiles y protegidos como tales, siempre que no participen en las hostilidades”. Naciones Unidas, RSF, numerosos comités y organizaciones internacionales para la protección de periodistas han denunciado las persecuciones, amenazas y asesinatos contra los periodistas palestinos por parte del Ejército de Israel tanto en la Franja de Gaza, como en Jerusalén Este y Cisjordania ocupada. “Muchos periodistas están pagando con sus vidas para llevar la verdad a todos”, lamentó el secretario general de la ONU, António Guterres.

“Israel no diferencia que seas periodista o civil, aunque estés ejerciendo tu derecho a informar, no lo tiene en cuenta”, explica Isabel Pérez, periodista española quién residió durante muchos años en la Franja de Gaza como corresponsal, sobre esa desprotección a la que están sometidos los reporteros que cubren las hostilidades del Ejército israelí.

Un intento por acallar sus voces”: RSF

Precisamente, el 2 de noviembre, con motivo del Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas, el Centro Palestino para la Protección de Periodistas (MADA) pidió la formación de un tribunal internacional para juzgar las muertes de los periodistas, “una forma de hacer presión es seguir denunciando”, dice Pérez.

Esta semana, RSF denunció ante la Corte Penal Internacional (CPI) los “crímenes de guerra” cometidos contra nueve periodistas palestinos en Gaza y contra un periodista israelí. “Todos estos reporteros han sido víctimas de ataques que, cuando menos, constituyen crímenes de guerra que justifican una investigación por parte del fiscal de la CPI”, reza el comunicado.

La denuncia señala también “la destrucción deliberada, total o parcial” de infraestructuras, oficinas, redacciones de prensa. Unos 50 medios de comunicación, estudios de televisión y radio, en su mayoría locales, han sufrido daños en menos de un mes de bombardeos israelíes sobre el sitiado enclave.

El corte de Internet y las comunicaciones, dicen las organizaciones, es otra forma de reprimir a los medios, a través de “apagones informativos” que silencian la información sobre lo que ocurre en Gaza. Los periodistas locales “son nuestros ojos y nuestros oídos allí y por eso son el objetivo principal”, añade Tesón.

El último ataque se produjo el viernes contra la oficina de la Agencia France-Presse (AFP). Pocos días antes, las Fuerzas de Defensa de Israel enviaron una carta a las agencias internacionales Reuters y AFP en las que informaban de que no pueden garantizar la seguridad de sus periodistas en el enclave, alegando que “Hamás deliberadamente puso operaciones militares en las proximidades de periodistas y civiles”.

El mismo Gobierno de Benjamin Netanyahu también emitió, pocos días después del inicio de la escalda, su intención de expulsar de Israel al canal Al Jazeera por, supuestamente, “incitar a la violencia”. Otro intento por censurar a ese medio de comunicación, después de que en mayo de 2022, las fuerzas israelíes dispararon y asesinaron –según la investigación de la ONU, a la periodista palestina-estadounidense Shireen Abu Akleh, durante una cobertura en Jenin, Cisjordania ocupada. Una muerte todavía en la impunidad.

Impunidad ante los crímenes contra periodistas

El Secretario General de la Federación Internacional de Periodistas, Anthony Bellanger, criticó en un comunicado: “es totalmente inaceptable que el Gobierno israelí intente eximirse de sus responsabilidades en virtud del derecho internacional emitiendo un comunicado de prensa”, sobre las divagaciones de las autoridades israelíes respecto a los crímenes cometidos diariamente contra periodistas y sus familias.

Como el caso del camarógrafo de Reuters, Issam Abdallah, asesinado el pasado 13 de octubre en el sur del Líbano por un ataque “dirigido” desde la frontera con Israel, como apuntan los resultados de preliminares de una investigación de RSF. Dos ataques, en menos de 30 segundos, que también hirieron de distinta gravedad a otros seis periodistas internacionales que estaban informando del intercambio de proyectiles entre Hezbolá y las fuerzas israelíes. “Hay una intención de acallar sus voces”, concluye la vicepresidenta de RSF en España.

“Una mordaza”: el cerco informativo de Israel en la Franja de Gaza

Ningún periodista extranjero ha podido acceder a Gaza debido al bloqueo de Israel que comenzó el pasado 7 de octubre, después del mortífero ataque de Hamás que mató a 1.400 personas en Israel. Casi un mes después, unos 2.000 periodistas internacionales –algunos son corresponsales permanentes en Israel y los territorios palestinos– esperan a que las autoridades israelíes levanten la barrera y poder así informar desde la zona de conflicto, la Franja de Gaza, donde los ataques israelíes dejan más de 9.000 personas muertas, casi la mitad menores de edad.

“No entrar en Gaza, pese al riesgo, incluso bajo un bombardeo es una frustración”, lamenta Janira Gómez Muñoz, algo con lo que coinciden las tres corresponsales de France 24 en la región, sin cuestionar la credibilidad y la labor informativa de sus colegas locales en el enclave, sino haciendo énfasis en que bloquear el acceso a la prensa internacional es “limitar la libertad de prensa”.

A esto se suma el control exhaustivo que hace Israel sobre todas las noticias que se emiten, en referencia a la guerra, lo que añade presión a los corresponsales extranjeros que viven en el país. “Siempre puedes estar vigilado o pueden no renovarte tu credencial de periodista, esas cosas sutilmente son una manera también de echarte, de ponerte en riesgo”, apunta Gómez Muñoz.

“Un ataque a la libertad de expresión” a través “de una mordaza”, critica Ethel Bonet, calificándolo de crimen de guerra: “no habrá información objetiva porque se está impidiendo a la prensa internacional entrar y a la prensa local se la está atacando para que tampoco puedan informar. Es terrible”. 

En la misma línea opina la corresponsal de este medio en Jerusalén sobre el silencio informativo. Los periodistas extranjeros “somos mediadores de esas voces que nos llegan desde Gaza de compañeros o fuentes, pero a veces no podemos transmitir ni probar (debido también a los cortes de conexión de Israel en Gaza) y nos afecta en la medida que tú te frustras como periodista porque a lo mejor te conviertes en alguien menos creíble al no poder verificar algo en el lugar”.

La guerra por el control de la narrativa y la propaganda

Las autoridades israelíes cuentan con todo un mecanismo y sistema de propaganda de cara a la opinión pública internacional y para algunos periodistas en la región la nueva escalada entre Israel y la milicia islamista de Hamás es también una guerra por el control de la narrativa, en la que el Gobierno israelí tiene ventaja debido al cerco informativo en Gaza.

Tesón indica que para el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, es muy importante controlar la narrativa de lo que ocurre dentro de la Franja de Gaza. Lo hace “desacreditando el testimonio de los periodistas que se encuentran dentro” e impidiendo el paso de prensa internacional, obstaculizando la verificación de las masacres. “Es mucho más fácil manipular cuando no tienes ojos independientes a los que no se pueda acusar de partidismo”, cuestiona desde El Cairo.

Recientemente, el medio israelí ‘The Jerusalem Post’ publicó un artículo en el que acusaba de ser “el equipo de propaganda de Hamás” a una veintena de periodistas y fotógrafos palestinos, entre ellos a las jóvenes reporteras Plestia Alaqad o Bisan Ouda, que informan diariamente a través de sus redes sociales y de medios regionales e internacionales sobre los ataques israelíes en distintos puntos del enclave.

Un texto que, para los defensores de la prensa, pone en riesgo la integridad y la vida de las reporteras, siendo señaladas y comparadas con los integrantes del grupo islamista, restándoles credibilidad como periodistas por “el estigma de ser vinculadas con Hamás” y acusándolas “de no ser objetivas porque tienen vínculos con la sociedad y la historia palestina”, critica el periodista palestino Mohammed Hemish.

La prensa israelí también ha recibido cuestionamientos en los últimos días, tras descubrir noticias falsas entre sus informes. Como la información que difundió una periodista del canal israelí  i24News, que aseguraba que 40 bebés habían sido decapitados por Hamás en un kibutz y que posteriormente fue demostrada como falsa, pero que muchos otros medios replicaron.

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