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Una bacteria que come plásticos

Comamonas testosteroni, que en vez de comer azúcares como la mayoría de ellas, prefiere los residuos complejos de las plantas y los plásticos y podría ser el futuro del reciclaje.
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Los residuos generados por las personas son un claro problema que paga el ambiente. A pesar de que, sobre todo en los países occidentales, la tasa de reciclaje de basura es muy alta, sigue sin ser la solución a una producción incesante de desechos.

Sin embargo, existe una bacteria ambiental común, la Comamonas testosteroni, que en vez de comer azúcares como la mayoría de ellas, prefiere los residuos complejos de las plantas y los plásticos y podría ser el futuro del reciclaje.

Con ellas se abre la posibilidad de desarrollar en un futuro centros de reciclaje de plásticos. Y por eso se ha desarrollado un estudio dirigido por la Universidad Northwestern (Estados Unidos), para descifrar por primera vez los mecanismos metabólicos que permiten a esta bacteria digerir lo aparentemente indigesto.

Lo cierto es que se trata de una especie de bacterias común, que se localiza en suelos y lodos y que llamó la atención de los investigadores por su capacidad para digerir detergentes sintéticos. Después comprobaron que también descompone compuestos de plástico y la lignina (residuos fibrosos y leñosos de las plantas).

La investigación, publicada en Nature Chemical Biology, ha llegado a la conclusión de que las bacterias del suelo constituyen un recurso natural de reacciones bioquímicas que se podría aprovechar para ayudar a hacer frente a la acumulación de residuos en el planeta.

“La ingeniería de bacterias para distintos fines es un proceso laborioso”, explica Ludmilla Aristilde, profesora asociada de ingeniería civil y medioambiental en la Escuela de Ingeniería McCormick de Northwestern y directora del estudio.

Es importante señalar que C. testosteroni no puede utilizar azúcares, señala Aristilde. Tiene limitaciones genéticas naturales que impiden la competencia con los azúcares, lo que convierte a esta bacteria en una plataforma atractiva.

Lo que la bacteria en cuestión realmente quiere es otra fuente de carbono. Materiales como el plástico y la lignina contienen compuestos con un anillo de átomos de carbono. 

Aunque los investigadores sabían que puede digerir estos compuestos, Aristilde y su equipo querían saber cómo. Para estudiar cómo degrada la C. testosteroni estas complejas formas de carbono, se combinaron múltiples formas de análisis basados en «ómicas»: transcriptómica, proteómica, metabolómica, y fluxómica.

Con ello, el equipo descubrió que las bacterias descomponen primero el anillo de carbonos de cada compuesto y, tras romper el anillo en una estructura lineal, continúan degradándolo en fragmentos más cortos.

De igual forma, también se descubrió que la bacteria puede dirigir el carbono a través de diferentes rutas metabólicas que pueden dar lugar a subproductos útiles que pueden utilizarse para polímeros de interés industrial, como los plásticos.

Aunque este hallazgo parezca baladí, podría ser la puerta para tratar la saturación de residuos que sufre el planeta. La directora del estudio cree que las bacterias con capacidad natural para digerir plásticos son prometedoras para aplicaciones de reciclado a gran escala y terminar de una forma natural con los plásticos.

Lo cierto es que, según datos de Greenpeace, tan solo el 9% de todo el plástico producido y consumido se ha reciclado. Por el contrario, el 12% ha sido incinerado y la inmensa mayoría, un 79%, ha terminado en vertederos o en el ambiente.

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