El ejército de EE.UU. entregó este fin de semana más de un millón de botellas de agua a miles de familias en Jackson, una ciudad del estado de Misisipi en la que miles de personas se quedaron sin suministro de agua potable.
Se estima que los afectados son unas 200.000 personas. El problema comenzó hace cinco dÃas, luego de que una serie de inundaciones inhabilitaran una planta de tratamiento de agua.
La población pide una solución ante una fuerte ola de calor que afecta a la región. Bañarse, cocinar, tirar de la cadena del baño o lavarse la cara les resulta un problema mayor.
Voluntarios se han sumado a la Guardia Nacional para repartir agua entre los ciudadanos que residen en Jackson.
Incluso antes de las inundaciones que causaron el problema de suministro, algunos residentes de esta ciudad mayoritariamente negra no han tenido acceso confiable al agua de grifo.
Ha sido un problema continuo. Se tiene una infraestructura envejecida en una ciudad muy antigua.
El presidente Joe Biden ha declarado el estado de emergencia por la crisis en la ciudad sureña.
Algunos residentes ni siquiera tienen suficiente presión de agua para descargar los inodoros y tienen que usar baños portátiles ubicados en toda la ciudad.
Mientras tanto, se han formado largas colas fuera de los centros de distribución de agua a medida que las temperaturas superan los 32ºC.
El alcalde de Jackson dijo el viernes pasado que habÃa “progresos” en la reparación de la planta, pero aún no habÃa un cronograma de cuánto tiempo durarán los problemas.
Se restableció la presión del agua en las casas y los negocios cercanos a la planta de tratamiento, pero los edificios más alejados todavÃa tienen una presión de agua débil o nula. A medida que aumenta la presión del agua, los funcionarios advierten que podrÃa provocar la ruptura de tuberÃas en toda la ciudad.
“Tenemos una instalación de tratamiento de agua obsoleta en la que nadie ha pensado durante años”, comenta el profesor Edmund Merem, experto en planificación urbana y estudios ambientales de la Universidad Estatal de Jackson.
El profesor Merem también cree que hay otro factor que ha desviado la atención y la financiación de la infraestructura del agua en ruinas de Jackson: el racismo.
Los expertos y activistas dicen que lo que está sucediendo en Jackson, y en ciudades como Flint, en Michigan, donde el suministro de agua está contamiando con plomo, es un legado directo de generaciones de discriminación y segregación racial.
“Esta es una situación profundamente asentada, de décadas de evolución”, dice Arielle King, abogada y defensora ambiental.
“Creo que la historia de la segregación racial y las lÃneas rojas en este paÃs han contribuido profundamente a las injusticias ambientales que vemos en este momento”.
La llamada práctica de “lÃneas rojas” (redlining en inglés), afirma la abogada, comenzó en la década de 1940, cuando el gobierno negaba hipotecas y préstamos a personas negras porque se consideraban “demasiado riesgosos”.
El programa duró más de 40 años y, como resultado, dice King, las comunidades predominantemente negras y de bajos ingresos se concentraron en áreas con industrias contaminantes como vertederos, refinerÃas de petróleo y plantas de tratamiento de aguas residuales.
Y esas áreas, señala, todavÃa existen.
Ella habla sobre áreas del paÃs como el llamado Callejón del Cáncer. Una vez el hogar de las extensas plantaciones de Luisiana, el área a lo largo del rÃo Misisipi es ahora una lÃnea industrial de más de 150 refinerÃas de petróleo.
Durante décadas, los residentes predominantemente negros han sufrido algunas de las tasas de cáncer más altas del paÃs debido a la contaminación.
King dice que el legado de este tipo de racismo ambiental, junto con décadas de inversión insuficiente en áreas de bajos ingresos, se está manifestando en Jackson.
“Pueden decir que hay diferentes factores que conducen a las inundaciones, pero las personas no estarÃan sujetas a áreas que son susceptibles a inundaciones sin una lÃnea roja en primer lugar”, opina.