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Nayib Bukele aumenta popularidad a un año de su gobierno

Hoy se cumple el primer año de la declaración del estado de excepción ordenado por el gobierno de Nayib Bukele, quien lidera a la nación de siete millones de habitantes, donde la mayoría celebra su forma de gobierno. El resto continúa escéptico.
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Hoy se cumple el primer año de la declaración del estado de excepción ordenado por el gobierno de Nayib Bukele, quien lidera a la nación de siete millones de habitantes, donde la mayoría celebra su forma de gobierno. El resto continúa escéptico.

El presidente de El Salvador encarna la figura del político latinoamericano de mano dura, como lo hicieron hace décadas otros líderes regionales, como Fidel Castro o Marcos Pérez Jiménez. Los especialistas advierten que ningún modelo político puede ser “exportable”.

Nayib Armando Bukele Ortez, un empresario de 41 años, con orígenes políticos vinculados al izquierdista Frente Farabundo Martí, ganó la presidencia de su país en 2019, tras haber ejercido como alcalde en Nuevo Cuscatlán y San Salvador entre 2012 y 2018.

Su condición de “milenial” o amante de las tecnologías y las nuevas comunicaciones, así como su particular forma de gobernar y contestar sin rodeos a quienes tacha de corruptos y a los críticos, como a su homólogo colombiano Gustavo Petro y organismos defensores de derechos humanos, le han ganado notoriedad más allá de las fronteras de El Salvador.

Bukele, aún entre reproches de líderes políticos, activistas y académicos de la región, goza de una popularidad formidable en su país.

El más reciente estudio de la firma CID Gallup concluye que tuvo 92 % de opinión favorable entre los salvadoreños en enero pasado. Esas cifras lo catapultan como la personalidad política con mayor crédito en América Latina.

Una buena parte de su reputación nació de su enfrentamiento con otros poderes en El Salvador desde el primer trimestre de 2020, a solo meses de su inauguración. Bukele, acompañado de militares, irrumpió en el Congreso, se sentó en el sillón más importante de esa plenaria y trató de forzar que el poder legislativo aprobara fondos para sus reformas.

Se ha autodefinido como “el dictador más ‘cool’ del mundo” ante los reproches globales por su administración de mano dura, para muchos autoritaria, en cárceles, barrios, el Congreso y la Corte Suprema, para lograr sus objetivos de gestión, como minimizar la delincuencia.

Los videos propagandísticos del arresto y traslado de miles de pandilleros salvadoreños a una cárcel recientemente construida, la más grande del continente, según su despacho, circularon en redes sociales y coparon los titulares de la prensa extranjera en febrero.

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