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La Conferencia de Montreal

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El riesgo de una masiva extinción de especies de plantas y animales llevó a 195 naciones a acordar el lunes 19 de diciembre, un nuevo acuerdo marco mundial para defender la naturaleza. En él se incluye el pacto para proteger al menos 30% de las tierras y aguas oceánicas del planeta.

El nuevo marco global sustituirá a las llamadas Metas de Aichi, que son 20 objetivos mundiales de biodiversidad acordados en 2010 para conservar la naturaleza hasta 2020 y que se incumplieron, pues solo seis de ellos se alcanzaron parcialmente, según Naciones Unidas.

La resolución del nuevo acuerdo marco sobre la biodiversidad se produce tras dos semanas de negociaciones en la conferencia de la ONU (COP15) realizada en Montreal, donde las discusiones sobre la financiación llegaron a bloquear temporalmente la negociación.

Hay avances

Hay avances relevantes en materia de conservación como, por ejemplo, el objetivo 30×30: el compromiso de proteger y conservar el 30% de la tierra y los océanos para 2030.

La parte más significativa del acuerdo es el compromiso de que para el 2030, al menos el 30% de las áreas terrestres, de aguas continentales y áreas costeras y marinas, estén efectivamente conservadas y gestionadas.

Actualmente, un 15% de la superficie terrestre y el 7% de los oceános están protegidos, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

El acuerdo incluye cuatro metas para el año 2050 y 23 objetivos para 2030. Entre las metas para mediados de siglo están detener la extinción “inducida” por el ser humano de especies amenazadas conocidas, reducir diez veces la tasa de extinción y gestionar “de forma sostenible” la biodiversidad. Otra meta es que los beneficios de los recursos genéticos se compartan de manera justa y equitativa.

Además, se incluyen como objetivos para esta década reducir a la mitad la huella mundial de producción y consumo y frenar a la mitad el riesgo de los pesticidas. 

El llamado Marco de Biodiversidad Global Kunming-Montreal, que han promovido conjuntamente China y Canadá, es la culminación de cuatro años de trabajo. Este acuerdo reconoce el esfuerzo de años de trabajo de negociadores, investigadores, conservacionistas y pueblos indígenas. Ahora hay que asegurarse de que las protecciones sean reales y efectivas.

Marco Lambertini, director general de WWF Internacional, declaró:  “El acuerdo representa un hito importante para la conservación de nuestro mundo natural; la biodiversidad nunca ha estado en un lugar tan alto en la agenda política y empresarial; pero puede verse socavado por una implementación lenta y falta de movilización de los recursos prometidos. También carece de un mecanismo obligatorio para que los gobiernos adopten medidas más ambiciosas si no se logran los objetivos. Ahora tenemos que ver la implementación inmediata de este acuerdo, sin excusas ni retrasos”.

Otro acuerdo destacado es que las naciones ricas (y las que voluntariamente lo deseen) asumen crear un nuevo fondo para ayudar a financiar las actividades en este campo en los países menos avanzados. 

El documento exige recaudar 200.000 millones de dólares anuales (con fondos nacionales e internacionales, públicos y privados) para proteger la biodiversidad.

Además, se debe aumentar hasta al menos 20.000 millones de dólares al año en el 2025 el dinero que se destina a las naciones menos avanzadas, casi el doble de lo que se proporciona actualmente. Esa suma debe aumentar a 30.000 millones cada año para el 2030.

Algunos participantes querían un lenguaje más duro en contra de los subsidios dañinos que reciben ahora determinadas actividades, en gran parte para abaratar los combustibles fósiles.

La biodiversidad del mundo se encuentra amenazada, pues en el 2019 se estimó que un millón de especies de plantas y animales se enfrentan al riesgo de extinción en décadas.

Otros objetivos para el 2030 –aparte del citado 30×30– se refieren a reducir en un 50% la tasa de introducción de especies exóticas invasoras, que la pérdida de áreas de gran importancia para la biodiversidad llegue a “casi cero” y rebajar al menos a la mitad el exceso de nutrientes perdidos en el ambiente para así recortar a la mitad el riesgo general de plaguicidas y productos químicos altamente peligrosos.

“Por fin conseguimos acordar un marco global que oriente nuestros esfuerzos para detener y revertir la pérdida de biodiversidad y alcanzar un mundo con una naturaleza en positivo para el 2030”, manifestó Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica, que participó en la reunión como negociadora europea.

Protesta de los países africanos

La financiación fue uno de los asuntos más controvertidos en la negociación, pues los delegados de 70 países africanos, sudamericanos y asiáticos llegaron a abandonar las negociaciones y luego regresaron.

La adopción del pacto (que exige el apoyo de todas las naciones) fue muy abrupto y controvertido en las formas, pues el presidente de la conferencia, el ministro de Ecología y Medio Ambiente, Huang Runqiu, desoyó las objeciones de la Republica Democrática de Congo en la sesión plenaria, quienes señalaron que las naciones desarrolladas deberían proporcionar recursos a las que están en desarrollo. Un representante de Camerún dijo que el acuerdo fue aprobado por la fuerza y un delegado de Uganda solicitó que constara en acta que dicho país no apoyaba el procedimiento, invocando fraude. 

Finalmente, el acuerdo reconoce los derechos de las comunidades indígenas y locales. En documentos anteriores sobre biodiversidad, los derechos indígenas a menudo se ignoraban y rara vez formaban parte de los debates más amplios, aparte de una referencia a su conocimiento tradicional. El nuevo marco reafirma los derechos de los pueblos indígenas y garantiza que tengan voz en cualquier toma de decisiones

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