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¿Cambio climático hace 56 millones de años?

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¿En qué se parece el cambio climático actual y el de hace 56 millones de años, descubierto por Ellen Thomas y su colega James Zachos?

Tal y como documentaron estos científicos, aquel episodio fue ocasionado por grandes emisiones de CO2 a la atmósfera. Se trató de un calentamiento global que produjo largos periodos de sequía, seguidos de fuertes lluvias e inundaciones.

Lo mismo que ocurre ahora en todo el mundo, dice la paleoclimatóloga Ellen Thomas, galardonada con el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en la categoría de Cambio Climático.

En una expedición de perforación oceánica a la Antártida en 1987, para investigar unos microorganismos en los que Thomas es experta, llamados foraminíferos bentónicos, que habitan en el fondo del mar, ella esperaba encontrar cambios menores en estos organismos en un hábitat estable como es la profundidad marina.

Tras analizar las muestras de la perforación en la capa correspondiente al límite entre el Paleoceno y el Eoceno, encontraron a unos 300 metros de profundidad un calentamiento de entre 5 y 8 grados hace 56 millones de años, que denominaron Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM, por sus siglas en inglés), y también una extinción masiva de especies en los océanos durante ese periodo.

Según esta investigadora senior de Ciencias de la Tierra y Planetarias de la Universidad de Yale, los análisis químicos de las conchas de estos organismos, realizados en colaboración con su colega y compañero de premio James Zachos, les llevó a la conclusión de que se trató de un fenómeno global producido por emisiones masivas de CO2, con la consiguiente subida de las temperaturas y acidificación de los océanos. Las causas fueron naturales, pero comparables al actual cambio climático provocado por la quema de combustibles fósiles.

Esta es la parte interesante. Thomas estaba estudiando organismos obtenidos del fondo marino y Zachos investigaba sedimentos terrestres en Wyoming (EE.UU). Trabajaron juntos en el análisis de las pequeñas conchas de los fósiles obtenidas en las profundidades del Ártico. Estos caparazones están hechos de carbonato cálcico, que contiene calcio, carbono y oxígeno.

Los resultados obtenidos indicaron que la gran extinción en los océanos coincidió con un calentamiento de entre cinco y ocho grados, con emisiones masivas de gases de efecto invernadero y con la acidificación de los océanos en el PETM. 

Los datos de la investigación de Zachos con sedimentos terrestres confirmaron ese aumento del CO2 emitido, coincidiendo con el límite de Paleoceno-Eoceno. En sus investigaciones con sedimentos terrestres, Zachos descubrió una perturbación considerable en el isótopo del carbono-13 que indicaría que se habían liberado grandes cantidades de este elemento a la atmósfera en fases de tiempo muy breves a escala geológica. La evidencia, por tanto, es que la emisión de grandes cantidades de CO2 en ese periodo causó el calentamiento y esto ocurrió al mismo tiempo que se produjo la extinción de especies en los océanos. 

En la tierra no se produjo una extinción como la de los mares, pero sí cambios y migraciones de animales y de asociaciones de plantas que se fueron desplazando hacia otras partes del planeta.

¿Cuál fue la causa de estas emisiones en el PETM?

Según Thomas, la causa más probable fue, por un lado, mucha actividad volcánica en el Atlántico Norte, porque en ese momento los continentes se estaban moviendo y Groenlandia se estaba separando de Noruega. Y donde ahora está Islandia (que aún no existía) había gran actividad volcánica y un enorme calor. Sin embargo, el CO2 de los volcanes no era suficiente, ni un hecho químicamente correcto para explicar esta gran emisión de estos gases. 

De otra parte, se sabe que en el Atlántico Norte hay mucho petróleo. Así que, si existe una gran actividad volcánica, el material ardiente que sube a la superficie desde las profundidades de la tierra empieza a “cocer’” el petróleo y la materia orgánica de los sedimentos. En esencia, es un proceso natural de quema de combustibles fósiles, que luego forma gases de efecto invernadero, agrega Thomas.

El calentamiento global es global, no importa si el proceso se inicia en China, Estados Unidos o Inglaterra. Esa es la idea fundamental.

Una de las cosas que hicieron después de mostrar ese efecto en un lugar cercano a la Antártida, fue ir a diferentes partes del océano para documentar que no era solo un pequeño efecto local, sino que como demostraban los datos era algo que había ocurrido en todo el mundo.

Hemos documentado que una vez que se emiten gases de efecto invernadero, el tiempo necesario para que se disipen y haya un retorno a la normalidad es de unos 100.000 años, enfatiza Thomas.

¿Cuáles son los paralelismos entre aquel calentamiento de la temperatura hace 56 millones de años y la actual crisis climática?

Uno de los efectos que ya estamos sufriendo son fases de calor extremo y sequía, a las que siguen grandes precipitaciones. Esto es algo que también documentamos en el PETM: una alternancia de periodos con demasiada o poca agua, señala Thomas.

Y se puede también estudiar esta historia pasada en el material sedimentario de la tierra que se ha ido levantando. Algunas de las mejores secciones geológicas del mundo para obtener pruebas del calentamiento global de hace 56 millones de años están en España, en lo que hoy es la playa de Zumaya (País Vasco) y en los Pirineos meridionales. Todo ello fue un océano de 1.000 metros de profundidad en este periodo. 

La Universidad del País Vasco ha documentado que al sur de los Pirineos durante el PETM se produjo el mismo fenómeno de sequías e inundaciones. Existen pruebas que lo demuestran y fueron periodos en los que hubo una enorme erosión como resultado de grandes inundaciones.

¿Cree que con todas las evidencias de un cambio climático aquí y ahora por la quema de combustibles fósiles se ha hecho demasiado poco para frenarlo?

Thomas opina que se debería haber dejado de quemar combustibles fósiles hace 20 años, y una de las cosas que tendremos que hacer es mostrar resistencia como sociedad para adaptarnos a vivir en un mundo más cálido. También a la subida del nivel del mar y otras muchas consecuencias, por ejemplo, en la agricultura que tendrá que cambiar.  

Llegados a este punto, ¿las cumbres sobre el clima sirven realmente para algo?

Los niveles de CO2 en la atmósfera no han parado de aumentar. En estas cumbres se celebran todas esas reuniones y comités, que, en realidad, no sirven para nada, dice Thomas. 

¿Qué les diría a los negacionistas del cambio climático?

A principios de los ochenta, hubo un serio debate científico sobre el calentamiento global y algunos de los primeros informes del IPCC estaban un paso por delante de poner todas estas pruebas juntas.

Los negacionistas pueden decir lo que se les ocurra, los científicos ya hemos aportado evidencias y dicho todo lo que teníamos que decir. Estamos en un cambio climático antropogénico y sufriendo ya las consecuencias, concluye Thomas.

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